Sociedad

Levántate y lucha

  • Criando Consciencia
  • Levántate y lucha
  • Nadja Alicia Milena Ramírez Muñoz

Existe un consenso social bastante perverso en el cual una mujer que se defiende es violenta. 

Una mujer llevada al límite, cuando reacciona con violencia reactiva (AUTODEFENSA con todas sus letras), de repente se vuelve la agresora y no la víctima.

Una mujer que se queda sola por horas en una sala de parto, con frío, sin bebida ni comida, sin recibir palabras amables, contacto con sus seres queridos, asustada y vulnerable, es una mujer que está siendo violentada por el sistema patriarcal y sus esbirros.

Una mujer que en postparto termina cargándolo todo sola: la casa, el hijo, el cuerpo roto, el trauma de la violencia obstétrica, los pechos chorreantes o la imposibilidad de lactar debido a tener que volver al trabajo, o a la depresión postparto o la psicosis o la soledad, está siendo violentada por un sistema que no cuida, pero nos obliga a cuidar.

Una mujer que sale de una jornada de trabajo de doce horas en una maquila y debe caminar de noche hasta la parada del primer camión hacia su casa, recorrer la ciudad por una hora, bajarse, continuar otros cuarenta minutos y TODAVÍA llegar a hacer tareas y lavar los trastes mientras recibe sólo trescientos semanales de pensión está siendo violentada por el sistema que no sólo nos exige cuidar, sino que nos arrebata las herramientas para hacerlo en plenitud.

Una mujer con todas las comodidades y todos los privilegios aún debe saber cuándo deben quedar las vacunas, cuánto hay que cargar en la pañalera, llevar niños a torneos de futbol, levantarse de noche por las pesadillas, ser hogar y ser refugio mientras se queda en casa para que el marido crezca profesionalmente en un cómodo trabajo que termina después de ocho horas, mientras el de esa mujer tan cómoda no termina nunca, nunca, nunca.

Así que hoy te digo, hermana:

Levántate y lucha.

Quisiera decirte que no, que descanses, que bajes los brazos, que te hundas, que aquí te sostenemos tus amigas y tu manada, pero no, aquí a todas nos dejaron mancas y aunque sostenemos sobre el lomo, los dientes, los ojos y las orejas, no nos sobran. 

No te queda otra más que luchar contra el monstruo, desgarrarlo con los dientes si es necesario y quedar cubierta de su sangre en medio del bosque.

En esta historia a caperucita no la devoran, nosotras la cuidamos.

Nos quemaron antes, nos defendemos ahora con las zarpas, con el cuerpo, con todo lo que tenemos porque nuestros cachorros dependen de ello. 

Pelearé por cada ápice de dignidad, aunque te parezca ridículo, pelearé para que levantes tus calzones del piso, hijo sano del patriarcado; pelearé para que des lo justo de pensión a tus hijos o al menos algo que se le parezca; voy a pelear hasta quedarme sin garras y dejarme los dientes en las montañas para que el abusador de mi hija no pueda tener paz jamás, así como yo jamás la tengo; voy a luchar para que dejen de servirse de mi cuerpo gratuito para cuidar, para criar, para lactar, hasta que dejen de usar el amor como un arma en nuestra contra.

Sí, les voy a plantar cara hoy y tú, tú también hermana, porque juntas somos más fuertes.

Levántate y luchemos.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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