Sociedad

Jamás dejaremos de nombrarlas

  • Criando Consciencia
  • Jamás dejaremos de nombrarlas
  • Nadja Alicia Milena Ramírez Muñoz

Le he dicho a quienes me preguntan que por supuesto, puedo manejarlo.

Que la indiferencia y la ceguera no son opción. 

Que vale más estar informada, saber que está ocurriendo y acceder a la digna rabia a estar ocultándome en la crianza, las deudas y la vida cotidiana, para no ver, no sentir, no rabiar.

La verdad es que desde niña me educaron diferente. 

Me dolían los niños de África al comer. Me dolían las bombas sobre Líbano. Aprendía sobre guerrillas y libertad.

Luego entendí que quien me educó despierta no anticipó que despertaría a sus propias violencias. Me armé contra el mundo y los textos de denuncia fueron mi espada.

Por eso es que el catálogo se ha ampliado: aquí se habla de todo tipo de violencia, hasta la silenciada, la que tiene a la mitad de la población con el mundo en sus espaldas mientras la otra mitad se dedica a quemar bosques y arrojar bombas sobre ésos otros, que muy apenas reconocen.

A veces, este tipo de activismo de letras y tinta implica un montón de investigación y entonces los titulares te inundan: apareció la doctora desaparecida sin vida (porque solo “aparecen”, nadie las mata. 

Su amigo lo ayudó a esconder el cuerpo de su esposa embarazada. 

Cinco niños de menos de seis meses muertos de hipotermia en la primera semana de enero en Gaza. Muertos, no asesinados. 

El rapero que se ofende porque el sí da dinero y no le prestan al niño, como si el niño fuera un traste o algo intercambiable por dinero. 

La mujer que ya no sabe cómo salirse de la casa en donde el marido le quitó las mangueras a la lavadora para que no lave con “sus” recursos la ropa de los hijos en común. 

La morrita que denuncia el acoso del bato del GYM, la que sigue en prisión por un ardid legal del poderoso padre de sus hijos.

Así seguiría y seguiría. 

Es impresionante la cantidad de violencia que pueden estampar sobre nuestros cuerpos femeninos, impresionante que ninguna mujer sobre la faz de la tierra se haya salvado de algún tipo de violencia patriarcal.

Por eso sí, aunque me canse, me deprima, llore de rabia y de impotencia seguiré usando mis manos, mi cuerpo, mi mente para sostener y divulgar la realidad del mundo, para formar personas que se cuestionen la instrumentalización de su vinculación con las mujeres, para que dejen de consumir bebidas, plataformas y artículos de consumo genocidas, para que cuestionen sus interacciones con otros hombres y hasta donde están dispuestos a llegar para respetar el pacto patriarcal.

Nosotras, las activistas, llevamos una responsabilidad encima del cuerpo, encima de la mente, la crianza y las relaciones: jamás dejaremos de nombrarlas.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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