La presidenta Claudia Sheinbaum no da su brazo a torcer. Para ella, y consecuentemente para todo su gobierno, la denominada Generación Z convocó a las marchas de inconformidad por la inseguridad y por las políticas al respecto implementadas durante su gestión, pero, el gran pero, es que en la primera de las grandes manifestaciones realizadas “casi no había jóvenes”, de manera que la mayoría de los asistentes fueron gente mayor.
Esta apreciación se tendría que analizar a conciencia pues parece un tanto fuera de sitio si lo que se trata es de desprestigiar el movimiento, cosa que de suyo fue objeto de los velados ataques que la presidenta hizo desde antes de lo que asomaba ya como una de las más duras críticas populares recibidas en su contra. No disimuló nunca su molestia por estos hechos y la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, no tuvo empacho en secundarla con actos que llegaron a ser de represión brutal que no se habían dado en mucho tiempo. Desde luego, tan evidente actitud que lanzó a policías a reprimir de la manera que se les antojara, fue desmentido por el oficialismo aunque abundan imágenes que lo corroboran.
Yendo por partes. Todos sabemos que la llamada Generación Z es aquella conformada por los que pertenecen al grupo integrado por los que ahora se encuentran en la adolescencia hasta los adultos jóvenes que no rebasan los 28 años. La identidad de todos ellos va relacionada con la época de la vida casi totalmente digitalizada. Todos o casi todos los miembros de dicha generación se encuentran inmersos en la cibernética, en el uso de teléfonos celulares de alta capacidad y, en general, se han convertido en los seres más pragmáticos quizá de todos los tiempos. Naturalmente que esto conlleva algunos temas no tan favorables. Un ejemplo es que poseen un lenguaje exclusivo para entenderse y se alejan cada vez más del idioma formal, si no es que de alguna manera están acabando con él.
Pero en realidad lo que más sobresale entre sus componentes es una postura firme en cuanto a sus reclamos ya que entre los problemas más relevantes de la generación está el desempleo. Se estima que solamente uno de cada dos en esa edad carece de trabajo formal. Además, es bien conocido que son buenos para organizarse y, también, para convocar a otros. La presidenta de México piensa que las marchas en su desfavor no son de jóvenes cuando precisamente una de las virtudes de esa generación es la de llamar a la conciencia social a todos los que están a su alcance, utilizando para ello principalmente las redes que están acostumbrados a manejar con destreza y eficacia.
Para muchos, Sheinbaum hace todos los intentos posibles para desvalorizar y extrañamente la clave para ello era que no eran jóvenes los manifestantes. Esto no desacredita un movimiento, aquí ni en ningún lado. Quizá si lo hacen los múltiples políticos oportunistas de oposición que quieren aprovechar cualquier manifestación en contra del gobierno para hacerse ver y tratar de sacar raja. El argumento más sólido para los comentarios negativos de la presidenta fue la violencia desatada frente a Palacio. No obstante, es de extrañar que el llamado “bloque negro” necesariamente tiene un origen que, aunque negado en las “mañaneras”, de alguna forma aparece en las manifestaciones antigobierno, pero definitivamente nunca en las concentraciones morenistas. ¿Quién o quiénes están detrás? Incluso el Cardenal de Guadalajara señaló que las autoridades deben saberlo, o por lo menos investigarlo. La infiltración está, pues, sujeta a toda clase de especulaciones.
Quizá por no ser de “su” tiempo, pero en el 68 fueron múltiples las manifestaciones de inconformidad que se dieron no sólo en México sino en otras partes del mundo. Lo que hoy llamaríamos Generación Z abrió toda una generación más consciente, por ejemplo, en el movimiento de Daniel Cohn Bendit en Francia, quien por cierto llegó a ser miembro del Parlamento Europeo, o, en ese mismo 68 la llamada “Primavera de Praga” que tantas vidas causó por el levantamiento contra la hegemonía soviética. Nada de extraño ni censurable tiene que las acciones colectivas de la juventud se extiendan a todas las edades, lo que no las deslegitima.
Y no hay que olvidar que lo que hizo prosperar dichas manifestaciones fue el asesinato del alcalde Uruapan, que no es sino la muestra evidente de que la inseguridad es una herida lacerante en todo el país. La “Generación Z”, en realidad, está haciendo su parte y esto debería de prender focos rojos en palacio nacional, en todo el gobierno y en cada uno de los estados pues en sus manos está atender de fondo las causas.