Hay muchas y enormes diferencias entre la marcha convocada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador y la convocada por ciudadanos en defensa del INE. Número uno, la marcha ciudadana fue iniciativa de los ciudadanos, que libremente salieron a las calles a manifestarse en contra de la reforma electoral propuesta por el Ejecutivo. No hubo presión de ningún líder, no hubo acarreos y fue 100 por ciento voluntaria, pacífica y con una clara intención: la de hacer saber la inconformidad respecto a las reformas que serán analizadas en el Poder Legislativo y que a todas luces no van a pasar.
La segunda, es una convocada por el Presidente, quien tiene en efecto el derecho legítimo de convocar a los ciudadanos a manifestarse, con el detrimento que en todo su gobierno se ha dejado en claro que los deseos del titular del Ejecutivo son órdenes y es costumbre que cuando un líder político (el que sea) “convoca” a ciudadanos, recurre a todas las herramientas a la mano para hacer efectiva la presencia de “voluntarios” a manifestarse.
Y no estoy diciendo que no hay quien esté de acuerdo con la iniciativa presidencial, claro que los hay, incluyendo ciudadanos libres que también desean un costo electoral menor, pero la gran mayoría de los que acudirán no será, aunque públicamente lo digan, por su propia voluntad.
Viendo las cosas como suceden hoy, veo el descaro total y la organización que desde ya en los cuartos de guerra han de estar preparando, desde la logística de traslado, el acarreo de manifestantes para no quedar mal con el jefe máximo del partido que a muchos los tiene hoy disfrutando de las miles del poder porque ¿cómo no le van a juntar más gente de la que se vio en la manifestación ciudadana del 13 de noviembre?
Y ahí veo la foto de Martí Batres frente a los monitores de las cámaras dispuestas en el Paseo de la Reforma, emitiendo un tuit en el que dirá que un millón de personas solo en este emblemático punto de la Ciudad de México acudieron a manifestarse en favor del Presidente y no los 10 o 12 mil (sic) que se manifestaron contra la reforma electoral.
De nuevo la polarización, de nuevo el dicho que reza, “los que no están conmigo están contra mí”. Lo que me queda decir, parafraseando al Presidente es que pasaremos de como dijo un striptease fifí a un striptease oficial.
Miguel Ángel Puértolasmiguel.puertolas@milenio.com