Norberto Bobbio advertía que la política no puede sostenerse únicamente con la voluntad. El verdadero arte de gobernar exige capacidad para transformar los problemas en soluciones.
Sheinbaum enfrenta un momento decisivo ante un entorno sumamente complicado y peligroso, que evidencia que no existe una estrategia política de acompañamiento en donde sus colaboradores actúen con eficacia ante los desafíos que presentan las distintas organizaciones de transportistas, agricultores, maestros y que no logran establecer acuerdos. Es lo que Bobbio define como voluntarismo político; personajes que hablan como políticos, se mueven como políticos, prometen como políticos, pero son incapaces de aportar soluciones a los conflictos.
Los bloqueos carreteros, las marchas y la creciente irritación social, no únicamente se explican por lo complejo del escenario nacional, sino también por la ausencia de operadores eficientes que acompañen a la presidenta en la solución de los problemas.
Ejemplos de estos operadores ineficientes abundan en el gabinete presidencial, como el caso del Secretario de la SEP, Mario Delgado, quien ante la complejidad del conflicto con la CNTE (Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, cuyo modus operandi es generar el caos principalmente en CdMx, a través de paros, bloqueos a instalaciones públicas, al Aeropuerto...), no ha logrado desarticular y al contrario ha permitido que este problema escale a escenarios aún desconocidos.
El caso del Secretario de Agricultura, cuya actuación ha desatado la crisis que enfrentan agricultores y ganaderos que luchan por precios de garantía justos y apoyos técnicos y financieros.
El tema del agua es crítico. Mientras miles de productores ven sus cultivos perderse por falta de agua, pozos particulares continúan operando con el beneplácito de los gobiernos estatal y federal, cuya máxima autoridad para poner orden y certeza jurídica es el Director de la Conagua, que no reúne el perfil técnico, la capacidad y la experiencia para afrontarlo. A esto se suma la presión externa de Trump que exige apoyándose en el tratado de 1944 para la entrega de agua a Estados Unidos.
Igualmente preocupante es la falta de visión política de quienes diseñan la narrativa desde Palacio Nacional, en lugar de construir un discurso asumiendo responsabilidades, se tiene una narrativa que va a la defensiva, culpando a otros gobiernos, lo que genera una percepción de improvisación y carencia de una estrategia ante los conflictos.
En este contexto, y con un evento mundialista en puerta, la incertidumbre que desde el exterior ha ido creciendo de si nuestro país será seguro para la realización del importante evento, y aun cuando hasta el momento no se habla de un riesgo formal, la percepción internacional es contundente.
El reto es de todos, ciudadanos, oposición y gobierno, solo con responsabilidad compartida se podrá enfrentar estos conflictos, antes de que la imagen del país y su rol como anfitrión se vean comprometidos.