Política

Espacio para la vida

Hace días empecé a leer de nueva cuenta el libro “Muerte y vida de las grandes ciudades” de Jane Jacobs, autora prolífica de temas que van desde economía hasta la biología, activista y teórica social estadunidense, considerada como una de las mujeres más influyentes en las ciudades, gracias a su trabajo en planificación urbana y a su destacada participación como activista por los derechos civiles.

En lo personal, más que un libro, es una guía (casi biblia) para quienes nos interesan los temas urbanos, puesto que en él, Jacobs aborda distintos principios de suma importancia que debieran tomarse en cuenta a la hora de planificar la ciudad, para lograr que estas estén pensadas para las personas y no para el consumo, ni para los vehículos automotores.

En él también hace varias críticas hacia ideas que, a pesar de deficientes e insostenibles, se replicaron desde hace varias décadas y hoy en día están tan arraigadas en la mente de quienes diseñan la ciudad y quienes nos gobiernan, provocando que tengamos que vivir en urbes violentas, desconectadas y que no priorizan el ocio, la calma, ni la convivencia.

Uno de los principales principios de Jane Jacobs es la diversidad de usos. Según ella, las calles deben tener una mezcla de edificios y usos que atraigan a diferentes personas en diferentes horas del día, para que siempre haya actividad en el área. Ya que esto genera una mayor sensación de seguridad, gracias a que “hay más ojos vigilantes” en el espacio público y, a su vez, se promueve el comercio local y la economía del barrio.

Otro, es la importancia de las aceras amplias ya que, según ella, una acera ancha y bien mantenida es un espacio valioso donde las personas pueden caminar, sentarse, conversar y realizar diversas actividades. Por el contrario, las aceras estrechas y mal cuidadas pueden ser peligrosas y desagradables para las y los peatones.

Un tercer principio importante es el diseño de calles que promuevan la velocidad adecuada del tráfico vehicular. Jane Jacobs abogaba por la creación de calles estrechas con límites de velocidad bajos, para que los automóviles tengan que desplazarse a una velocidad que les permita interactuar de manera segura con las personas que caminan. Esto se puede lograr mediante la creación de carriles más estrechos, la reducción del ancho de las calles y la incorporación de elementos de diseño, como cruces elevados, para disminuir la velocidad del tráfico.

Por último, Jacobs enfatiza la importancia de la participación comunitaria en la planificación y diseño urbano. Según ella, los residentes locales deben tener un papel activo en la toma de decisiones sobre el diseño de su entorno, ya que son los que mejor conocen sus necesidades y deseos. La participación comunitaria también ayuda a garantizar que las decisiones de planificación sean más democráticas y equitativas.

En resumen, la aplicación de los principios de Jane Jacobs en el diseño de calles y espacios públicos es fundamental para crear ciudades más seguras, saludables y habitables. Al centrarse en el bienestar de los peatones, en lugar de en la movilidad de los vehículos, se pueden generar espacios públicos vibrantes y atractivos que promuevan la vida social y económica de los barrios. Además, la participación comunitaria ayuda a garantizar que las decisiones de planificación sean más justas y democráticas.

En definitiva, el diseño urbano desde los principios de Jane Jacobs es esencial para crear una ciudad más humana y sostenible, donde las personas puedan disfrutar de su entorno y vivir mejor, habiendo espacio para la vida.

Marcela Brown


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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