“Con las manos cerradas, como preparados a dar duros golpes morir o vencer”, dice la popular canción: “Así nacemos”, del multi-galardonado compositor español:
Manuel Alvarez-Beigbeder, (“Manuel Alejandro”), quien con esa alegoría arropada en trece palabras, expone genialmente la trágica condición no solo de nuestra naturaleza humana, sino la de todos los seres vivos, que de una u otra manera nos afanamos por sobrevivir, desde el momento en el que nacemos y con el primer llanto, la primera inhalación llena y expande nuestros pulmones.
A partir de ahí, nos demos cuenta o no, la lucha por sobrevivir se vuelve una tarea interminable para el humano recién llegado, tarea compartida con y contra otros innumerables seres, algunos invisibles como los virus, gérmenes y bacterias, o visibles como los que en esa primera etapa de la vida se encuentran situados arriba de nosotros en la cadena alimenticia, los que vale decirlo, por su parte también luchan por sobrevivir y con los que ocasionalmente debemos competir por la propia supervivencia, sea como depredadores o como depredados.
Para este competido torneo de supervivencia entre todos los seres vivos que pululamos sobre la tierra, los humanos gozamos de ciertas ventajas, algunas de las cuales por fortuna ya forman parte de nuestro bagaje genético, mientras que otras debemos desarrollarlas durante el largo periodo de infancia propio de nuestra especie, desarrollo que llamamos: “educación” y representa el acopio de todos los recursos y aptitudes necesarios para enfrentar los incontables retos y avatares, que a cada persona le tiene reservados la vida.
Tal vez sea que por ese inevitable sentido humano de contienda del que no podemos sustraernos, que nacemos con las manos cerradas, pero la vida se nos complica cuando crecemos y sin reflexión ni autocrítica seguimos así, con las manos cerradas, como preparados a dar duros golpes morir o vencer.
Si, la educación y el desarrollo intelectual nos han permitido trepar en la cadena alimenticia, pero quizá ya sea hora de crecer emocionalmente, para entonces poder abrir las manos.
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