Ayer se conmemoró el Día internacional para poner fin a la impunidad de los crímenes contra periodistas, en un contexto en el cual los organismos internacionales defensores de los derechos humanos dan cuenta de cifras poco alentadoras.
De 2006 a 2020 fueron asesinados en el mundo más de 1200 periodistas y solo uno de cada diez casos se ha resuelto, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
La organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) dio a conocer en su informe “Bajo Riesgo, Análisis de programas de protección de periodistas en América Latina” que en el continente, la mitad de profesionales de medios de comunicación asesinados entre 2011 y 2020 había recibido amenazas previas vinculadas a su trabajo periodístico, por cubrir temas relacionados con política, corrupción, crimen organizado en ciudades de Brasil, México, Colombia y Honduras.
Además el informe reveló que la región concentra la cifra de más periodistas asesinados a causa de su labor durante el 2020 y alertó sobre los esquemas bajo los que la delincuencia o grupos de poder, suelen acosar y perpetuar crímenes contra periodistas, pues estos son asaltados en su lugar de trabajo, mientras se encuentran en sus redacciones o en sitios cercanos, también en el trayecto a casa o incluso en sus propios domicilios.
Para RSF muchos de estos asesinatos se podrían haber evitado, ya que al menos 45 por ciento de las víctimas habían recibido amenazas o lo hicieron público vía sus redes sociales, centros de trabajo o incluso con las autoridades de seguridad pública de las ciudades donde residían.
En este escenario que da muestra de una violencia estructural contra la prensa, urgen mecanismos eficaces para garantizar el derecho individual y colectivo a la libertad de expresión y de acceso a la información, debido a que las políticas públicas hasta ahora puestas en marcha han sido insuficientes, y los asesinatos y las agresiones continúan.