La caída de CIBanco es una nueva llamada de atención para los grandes ahorradores (antes fue CAME). Hace unos días, la institución perdió su licencia bancaria y el Instituto para la Protección al Ahorro Bancario asumió la tarea de liquidarla. Afortunadamente, la gran mayoría de los clientes que aún tenían dinero en el banco están cubiertos por el seguro del IPAB. Pero quienes tenían más de 400 mil UDIs (unos 3.4 millones de pesos, el límite de la protección), lo más seguro es que perderán parte o la totalidad de su dinero.
El número de afectados es reducido porque CIBanco llevó meses bajo supervisión y buena parte de los grandes depositantes alcanzó a retirar sus fondos a tiempo. Aun así, el episodio deja una lección importante: los ahorradores, sobre todo los de alto patrimonio: deben ser cuidadosos con dónde guardan su dinero.
Las instituciones pequeñas y medianas suelen ofrecer tasas más atractivas para compensar su menor tamaño y captar clientes. Eso puede ser positivo para la competencia, pero también puede implicar mayor riesgo. Invertir en bancos menos consolidados significa aceptar la posibilidad de perder los ahorros que no cubre el IPAB. Bajo advertencia no hay engaño.
Tras la intervención de CIBanco, Intercam y Vector, yo esperaba que los ahorradores tomaran más precauciones y trasladaran su dinero a instituciones más grandes. Esto no sucedió en la magnitud que anticipaba. No hubo una salida masiva de recursos de las entidades pequeñas o medianas (no solo de estas tres), pese a los señalamientos y la incertidumbre. Por el bien del sistema financiero, qué bueno.
Es difícil saber si las acusaciones de lavado tienen sustento. Hasta ahora no tengo conocimiento de arrestos ni de expedientes judiciales. Hay quienes aseguran que la reacción del gobierno mexicano fue más política que legal, una manera de quedar bien con EU justo al comenzar la revisión del T-MEC.
Pero para los ahorradores, la causa importa poco. Lo relevante no es por qué cae un banco, sino qué pasa con los depósitos cuando cae. Si tenemos más de 400 mil UDIs y decidimos buscar mayores rendimientos en instituciones pequeñas, debemos hacerlo con plena conciencia del riesgo. Si preferimos seguridad, más vale priorizar bancos sólidos, aunque paguen menos.
Que los bancos pequeños sean más vulnerables no significa que los grandes sean inmunes. Una crisis sistémica puede golpear a todos, como ocurrió en 1994 con el Fobaproa. La diferencia es que a los relevantes se les supervisa más de cerca y se les protege más. No creo que EU, por ejemplo, se hubiera aventado el tiro de acusar a Banamex, Banorte, Santander o BBVA ni que México lo hubiera aceptado sin resistencia.
El mensaje para los grandes ahorradores es claro, aunque a veces se aprenda por las malas: nada es gratis. Si queremos mejores rendimientos hay que pagar el precio.