Ciudad valiosa y disputada, para su desgracia. Puerto marítimo, en un territorio fértil, aunque reducido, en la estratégica encrucijada de África y Asia. Milenaria, su primera mención histórica se remonta al faraón Tutmosis III, mil cuatrocientos años antes de Cristo, quien la hiciera la primera base egipcia en Levante, en la ruta de las caravanas.
Después llegarían los filisteos, luego los asirios y la guerra, y, tras estos, los babilonios, para ser recuperada por los egipcios, pero tomada por los persas de Ciro el Grande, alrededor del año 500 antes de Cristo y así, sucesivamente, en vaivenes y conquistas innumerables, el destino de la ciudad sellado por la guerra. Alejandro Magno la asaltaría a sangre y fuego cerca del 300, tras dos meses de cruel asedio.
Hacia el 400 ya de nuestra era, se cristianiza, convirtiéndose en un importante centro monástico, religioso y ascético. Paradojas de la historia, tras una rica tradición greco-romana, en el siglo VI se vuelve centro cultural, sede de una escuela de retóricos, poetas cristianos, y filósofos neoplatónicos, que desempeñaría un papel muy importante en la promoción de la cultura clásica cuando el mundo romano se sume en la decadencia. Todo esto, y más, es la Gaza aniquilada.
Los árabes llegan hacia el 600, y los cruzados, con sus matanzas, en 1100. La armada musulmana del invencible Salah ad-Din (Saladino) la reconquista en 1187, en ruta a la toma final de Jerusalén. Los mamelucos egipcios la ocupan en los 1200s, y el imperio turco otomano hacia 1500. Pareciera que todos los conquistadores pasaron por ella. Incluso Napoleón, en 1799, y al final los ingleses, que la arrebatan a los turcos en 1917. Retorna a la administración egipcia en 1948, para ser tomada por Israel en la Guerra de los Seis Días en 1967.
Hoy Gaza tiene cerca de 600,000 habitantes, de los dos millones que habitan en la Franja, uno de los territorios y ciudades más densamente poblados del planeta. Y no solo eso, hacinados, pobres y sin oportunidades, un verdadero polvorín que estalla con frecuencia. Este último estallido, letal, cruel y desesperado. A Israel le gusta ganar veinte a uno, y si los gazatíes les han matado a mil hasta ahora, pueden esperar 20,000 mil de ellos a cambio, en el incesante bombardeo al que es sometida. Quisiera equivocarme.