
Timothy Leary, el padre del LSD, concentró al alto mando de su comuna en una enorme mansión de estilo victoriano, en el valle del Hudson. Alto mando quiere decir, cuando se trata de un gurú: cualquier grupo en el que las mujeres guapas sean mayoría.
La mansión tenía mil 400 metros cuadrados, 64 habitaciones, un bosque de 850 hectáreas y dos lagos. Se la cedieron dos ricos herederos que lo admiraban sin medida.
En esa mansión se desplegaba una batería de actividades alrededor del dios común: el ácido lisérgico. Una pieza del New York Times, de aquella época, nos ilustra: “Un periodo lleno de fiestas interminables, desastres y epifanías, dramas emocionales de todos los tamaños, numerosas redadas y un montón de arrestos”.
En sus momentos de solaz, que serían pocos de acuerdo con el recuento del New York Times, el gurú se instalaba frente al micrófono de una grabadora y lanzaba larguísimas filípicas en las que animaba a la juventud, y sólo a la juventud porque era un edadista avant la lettre, a aplicar su fórmula vital: turn on, tune in, drop out: encenderse, sintonizarse, desechar los apegos que los constreñían. La fórmula, por cierto fusilada de la sabiduría oriental, ya era lo de menos después de una buena dosis de LSD.
Pero aquellas filípicas, al margen de su utilidad o sensatez, le sirvieron para editar un disco, que firmó como Dr. Timothy Leary, y tituló, claro, Turn on, Tune in, Drop out (1966).
La obra dura treinta y seis minutos y tiene 11 cortes en los que el doctor va despanzurrando sus enseñanzas, en unas piezas ambientales donde hay laúd, tabla y me parece que hasta sarangi y tampura, sobre las que perora alrededor de los beneficios de drogarse, a veces con la voz intervenida por un pomposo efecto de eco, más propio de una vieja película de terror, que del discurso de un doctor de Harvard. Incluso hay alguna pieza en la que conduce una meditación, o algo que se le parece, debidamente acompasada por el tañido de una tingsha, esa campanita de sonido claro y penetrante propia del budismo tibetano. El álbum lo tienen en Spotify. Háganse un favor, pasen a oír al loco.