Hace algunos años, un estudiante universitario me envió este cuestionario. Dijo que le serviría, como casi todas las entrevistas estudiantiles, para un trabajo escolar. Escribí las respuestas (aquí reproduzco sólo la primera) y se las envié. No me acusó recibo ni sé si esto sirvió para algo.
¿Se considera un intelectual?
No. Creo que esa palabra desborda mis contornos. Soy esencialmente un narrador de ficciones que por razones laborales ha hecho crítica de carácter periodístico, general, ajeno a las honduras académicas o filosóficas, podría decirse que impresionista y superficial, con la que puedo lidiar y entenderme.
Desde que comencé a vincularme con la literatura en libros y periódicos sospeché que la palabra que alcanzaba, sin mentira, a definir mi actividad era la de “escritor”, y que la palabra “intelectual” calzaba mejor a personajes como Sartre o actualmente Žižek, por mencionar sólo a dos muy evidentes. Siento que la palabra “intelectual” ha sido usada con exagerada ligereza y muchas veces se le cuelga al que simplemente escribe y publica, sea lo que sea.
Creo que lo correcto, desde el famoso caso Dreyfus, es adjudicarla y quizá restringirla a aquellas personas que con textos críticos abren camino al debate de las ideas en el espacio público. Aunque se dan algunos casos en los que es posible la mixtura, no me gusta pues pensar que los poetas, cuentistas o novelistas son “intelectuales”, sino quienes tienen una mirada crítica del presente en términos filosóficos, sociológicos, antropológicos, económicos, jurídicos y demás. Por supuesto que hay sujetos (Sartre) que combinan lo creativo con lo intelectual, pero no todos logran tal estatus.
Lo más común, a mi juicio, es encontrar al escritor separado del intelectual, un intelectual a la manera de Lipovetsky o Subirts, por ejemplo. No me apena entonces no ser o no sentirme intelectual, pues no lo soy como tampoco soy cardiólogo ni astronauta. Esto lo afirmo sin tragedia, pues no me incomoda ser sólo un escritor en general y un cuentista en particular, un simple creador de ficciones al que siempre le han asombrado, lo confieso, quienes son capaces de percibir, definir y explicar la orientación de las ideas, el camino del pensamiento en la enmarañada realidad.