Cultura

Metáforas del espacio

  • Ruta norte
  • Metáforas del espacio
  • Jaime Muñoz Vargas

Como ocurre con otras tantas ignorancias, cualquiera puede vivir sin geografía. 

Para seguir de pie y respirando no es necesario aprender el nombre de los continentes, sus países y capitales. Tampoco sirve saber algo sobre los océanos, los mares y los ríos. 

La vida se puede vivir sin saber de cordilleras, de montañas, de cañones. Es común, pues, andar por la existencia sin geografía.

Entre lo que pude haber sido y no fui, pero sé que me apasiona, está esa disciplina inútil para tantos y tantos: la geografía. 

Sentí su atracción desde la primaria, en los libros de texto. Supongo que, a diferencia de la mayoría de mis compañeros, los mapas despertaban mi imaginación. 

La peculiar forma de México me parecía espectacular, perfecta en su definición y equilibrio. 

En nuestro país encontraba figuras. Durango, la entidad donde nací, tenía algo de corazón; Puebla era una especie de tiburón, San Luis, un perrito, y Nuevo León se coronaba con un señor de sombrero norteño. 

Me asombraba la forma de bota que tiene Italia, o de cara que mira al occidente que tiene la península Ibérica.

El caso es que desde mis primeros recuerdos de contacto con los libros, los mapas han estado cerca de mi interés, y nunca olvidaré la alegría que gocé de adolescente cuando a casa llegó el primer atlas. 

Tenía el tamaño adecuado, muy grande, de atlas, y durante muchas tardes viajé en sus páginas como si la mirada volara en un avión.

Una costumbre del gustoso de la geografía es la de ir al mapa luego de pasar por algún sitio. 

Traigo dos ejemplos: en un viaje de 2007 fui de Buenos Aires a Tucumán, en Argentina, quince horas de carretera. 

El autobús paró en la madrugada para que la gente comiera algo. 

Bajé, recuerdo que pedí café y pan, y conversé con un pasajero. “Estamos en Ceres”, me dijo. Pasado un tiempo vi el mapa y ya jamás olvidé que estuve veinte minutos en Ceres, provincia de Santa Fe. 

Algo parecido me ocurrió de Madrid a San Sebastián: el ómnibus paró unos minutos, el tiempo justo para un café, en Aranda de Duero, y pasado un tiempo fui al mapa y el lugar quedó fijo en mi memoria.

Ese ir de la realidad al mapa y del mapa a la realidad, cuando se ha podido, creo que es un vicio de geógrafo. 

Yo no lo soy, pero sí un buen aficionado a la fascinante cartografía, a esas metáforas del espacio que son los mapas.


@rutanortelaguna

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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