Algo que debería encender las alarmas, ha comenzado a formar parte de la cotidianidad. Puebla, y gran parte del centro del país, está normalizando algo que no debiera porque se trata de un delito. En el primer trimestre de 2025 volvió a ocupar los primeros lugares nacionales por robo de transporte de carga: concentró 19 por ciento de los registrados en el país, igualando al Estado de México.
Aunque hubo una disminución de cinco puntos respecto del 24 por ciento registrado en el mismo periodo de 2024, se trata de una baja insuficiente para cambiar el diagnóstico de fondo: Puebla continúa como uno de los principales focos rojos en un delito que golpea al transporte, la economía y la seguridad pública.
En México: Reporte Q1 2025 de robo a transporte de carga publicado por la firma Overhaul con base en cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública, muestra que la región centro del país sigue siendo un foco rojo de la delincuencia. En este contexto, Puebla es una de las entidades más peligrosas para el transporte de mercancía. No hablamos solo de números: hablamos de tractocamiones interceptados, operadores amenazados o secuestrados, cadenas de suministro vulneradas y empresas con pérdidas millonarias que terminan por trasladarse al consumidor.
Mientras entidades como Guanajuato y San Luis Potosí mostraron un crecimiento porcentual en la incidencia (3 por ciento cada una respecto de 2024), Puebla se mantuvo en un nivel alarmante. Este estancamiento puede leerse como la normalización de un delito o como la incapacidad institucional para revertir la tendencia.
El patrón horario también es revelador: el 31 por ciento de los robos ocurre entre las 18:00 y 24:00 horas, y 28 por ciento por la mañana, de 06:00 a 12:00 horas. Esto coincide con los momentos de mayor tránsito de mercancías por las principales autopistas del estado. Preocupa que estos datos sean públicos y previsibles, y aun así, la reacción institucional siga siendo limitada o ineficaz.
Los productos más robados a nivel nacional son alimentos y bebidas (34 por ciento), seguidos por materiales de construcción e insumos del sector automotriz. Este dato debe leerse en clave local: Puebla tiene una fuerte presencia en la industria alimentaria, automotriz y de autopartes. Es decir, los sectores más atacados coinciden con la columna vertebral de la economía estatal.
El robo sistemático a estas cadenas no solo genera pérdidas directas, sino que deteriora la competitividad del estado como polo de atracción para la inversión. Una empresa cuyo transporte es interceptado, saqueado o detenido en rutas inseguras piensa dos veces antes de operar ahí. La inseguridad, además de una cuestión de violencia, es una variable económica crítica.
El informe destaca las alianzas entre actores privados y concesionarios de autopistas para compartir inteligencia accionable y prevenir robos, un paso importante, pero insuficiente si las autoridades estatales y federales no fortalecen su capacidad de respuesta. Depender de plataformas tecnológicas privadas y monitoreos por GPS es útil, pero no sustituye la función del Estado: garantizar la seguridad.