Inicia formalmente la primavera y se pronostica que tendremos altas temperaturas ambientales, lo cual podría ocasionar una serie de trastornos en el organismo al hacer actividades físicas, desde simples calambres musculares y agotamiento hasta una situación potencialmente mortal: el golpe de calor. Aunque es evitable, el golpe de calor afecta a miles de personas cada año. De hecho, en los Estado Unidos es la segunda causa de muerte en jóvenes atletas.
Los atletas con agotamiento por calor mantienen su capacidad para disminuir el calor durante un poco tiempo, ya que los mecanismos compensatorios para disiparlo fallan por que la función del sistema nervioso central se deteriora.
En condiciones normales, el calor del cuerpo se disipa por medio de la sudoración, la respiración y la evaporación. Cuando la temperatura ambiental es superior a los 35° C, la evaporación del calor corporal representa prácticamente toda la disipación de calor debido a que los otros mecanismos funcionan solo cuando la temperatura ambiental es inferior a la temperatura corporal. Sin embargo, la eficacia de la sudoración es limitada. El sudor que gotea de la piel no se evapora y no contribuye al enfriamiento. La eficacia de la sudoración también está limitada por la superficie corporal y la humedad.
El cuerpo puede compensar grandes variaciones de temperatura, pero una exposición prolongada al calor que excede la capacidad para disipar calor aumenta la temperatura central corporal, pero elevaciones superiores a los 41° C se desnaturalizan algunas proteínas, lo que puede llevar al estado de choque, que si no se atiende oportunamente condiciona la muerte. Por lo general esta situación se debe a un ejercicio extenuante en condiciones de elevadas temperaturas.
Los niños también corren alto riesgo debido a la mayor área de superficie corporal respecto de su masa, que facilita que se eleve su temperatura. Además, son más lentos para aclimatarse y tienen menor respuesta de la sed.
El sentido común es la mejor prevención. Evitar actividades físicas intensas o prolongadas en ambientes húmedos y con temperaturas elevadas. Si no es posible evitar el ejercicio bajo el calor, se debe facilitar la evaporación usando ropas ligeras o ventiladores. El mantenimiento de niveles adecuados de líquidos y sodio ayuda a prevenir descompensación por calor.
La sed es un mal indicador de la deshidratación y la necesidad de reposición de líquidos durante el ejercicio debido a que la sed no es estimulada en las fases tempranas de la deshidratación.
Para una máxima absorción de líquidos se sugieren bebidas que contengan azúcares, ya que pueden ser absorbidas por el cuerpo hasta un 30 por ciento más rápido que el agua. Se recomiendan bebidas que contengan concentración de hidratos de carbono al 6 o 7 por ciento para facilitar la rápida absorción. Las concentraciones más altas en hidratos de carbono deben evitarse porque pueden causar calambres estomacales y la absorción se retarda. Sin embargo, para la mayoría de las situaciones y actividades, el agua corriente es adecuada para la hidratación, ya que evita la sobre hidratación.
La aclimatación permite que las personas trabajen de manera segura a temperaturas que previamente eran intolerables o potencialmente dañinas. Para alcanzar el máximo beneficio, la aclimatación por lo general requiere pasar de 8 a 11 días en el ambiente caliente con un poco de ejercicio todos los días, reduciendo significativamente el riesgo de padecer el golpe de calor.
Más vale prevenir.