Política

Mensajes del público

Siempre soy agradecido con las comunicaciones que tiene el público conmigo. Lo hacen de forma recurrente ya sea a través de Twitter –o como quieran llamarle– Facebook o mensajes de correo electrónico

El martes pasado recibí un mensaje extenso a través de los DM de Instagram. Andrés –un radioescucha de años– me envió esta reflexión que ahora les comparto a ustedes.

“Buen día Gonzalo. Hace ya un tiempo que no te mando mensaje, espero no ser inoportuno y me permitas un poco de tu tiempo para leer una reflexión/crítica de cómo veo mi país y el lugar donde vivo hoy en día.

Mi sentir con esto: ¿Alguna vez pensaste de niño que para ser presidente, diputado o senador había que ser lo mejor de lo mejor? Yo sí y creía que eran personas preparadas, ejemplares, casi inalcanzables.

Hoy la triste realidad es que piden más requisitos para ser cajero en una tienda de conveniencia que para legislar el rumbo de todo un país. Literal: en el 3B te piden preparatoria terminada, carta de antecedentes no penales y experiencia en atención a clientes. Para ser diputado, basta con tener 21 años y decir que ‘representas al pueblo’.

¿Cómo no hacer sátira de eso? Encendamos la tele. Canal Once. Sí, el del IPN, ese que alguna vez fue referencia en contenido educativo y cultural hoy da pena sintonizarlo. Durante el sexenio de López Obrador y con la llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia, este canal se ha convertido en una extensión más de los boletines de gobierno.

Ya no es el canal de ciencia, de historia, de contenidos críticos, es el canal de la propaganda.

Es triste: en vez de elevar el nivel, bajaron el estándar. Se convirtió en un repetidor de eslóganes, de figuras políticas, de elogios automáticos. Se burlaban de cómo Televisa manipulaba la información y –¿qué crees? – terminaron haciendo lo mismo, pero con menos presupuesto y peor producción.

Y mientras en el discurso todo es victoria, progreso y justicia social, en la realidad el país está colapsando en pedazos. Te hablo desde Ecatepec, Estado de México. Aquí, las calles están llenas de baches, el transporte es un infierno, el agua llega por tandeo cuando llega y si no a cazar pipas y rogar que te quieran vender y antes de eso hacer un ritual para que te respondan por WhatsApp, y la inseguridad es una sombra permanente ¿Esa es la transformación?

Se quejan de que los gobiernos pasados no hacían nada, pero al menos no se atrevían a negar el problema. Hoy minimizan todo: la violencia, la pobreza, la falta de oportunidades. Viven en una burbuja en la que México avanza aunque a millones nos esté llevando la chingada.

Y sí, uno se pregunta: ¿Cómo hay personas que los siguen idolatrando? Porque eso es lo que hacen: los idolatran. No los analizan, no los exigen. Los defienden como si fueran santos. Pero no lo son. Son políticos. Y además, pésimos administradores.

Otro de los mayores fracasos y del que pocos quieren hablar es el de la SEP y su “Nueva Escuela Mexicana”. Prometieron una educación más humana, menos rígida, más cercana a la realidad. Pero lo que entregaron fue un proyecto mal armado, sin dirección pedagógica, sin contenido sólido, sin preparación docente. Y lo peor: dirigido por personas que no tienen formación en educación ¿Dónde están los pedagogos? ¿Los expertos? ¿Los académicos?

No, al frente pusieron a gente cercana políticamente. Y eso que tanto criticaban del pasado cosas como el compadrazgo, el dedazo, el acomodo de amigos, ahora lo hacen sin pudor, como si el simple hecho de ser “del pueblo” justificara la incompetencia.

¿Y el resultado? Profesores confundidos, alumnos sin rumbo, contenidos improvisados, libros mal hechos. Las aulas no necesitan discursos bonitos; necesitan estructura, formación, condiciones materiales. Pero claro, eso no vende votos ni trending topics.

Como millennial, no puedo evitar sentir un desencanto generacional. No auguro un futuro prometedor para quienes vienen detrás, no por falta de talento, sino por la falta de condiciones: una educación mal planificada, un mercado laboral precarizado y una clase política que solo piensa en la próxima elección, no en el país. Si esto es la cuarta transformación, yo no quiero ni imaginar la quinta”.

Así acaba un ciudadano más. Uno que no es simpatizante o militante de oposición.

Así existen millones que no quieren pelear en redes y que seguro no contestan las encuestas que los medios promueven sobre la popularidad en el tope.

Habría que escucharlos. Para ellos también gobiernan.


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Gonzalo Oliveros
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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