Gil terminaba la semana en condiciones psíquicas deplorables, pero se sobrepuso leyendo la biografía de Laure Adler: Hannah Arendt, una biografía (Ariel, 2019). Como en un folletín, en el capítulo anterior Hannah y Martin se enamoran, el maestro seduce a su alumna, un deporte que practicará toda su vida. El filósofo considera que el destino juega con ellos y los envuelve en llamas. El autor de Ser y tiempo no sabía que bebería el veneno de los amores desesperados. Gamés subrayó estos fragmentos.
***
No se puede poner en duda el amor que Heidegger siente por Hannah ni el respeto que ella le inspira. Él mismo está desbordado por esa pasión que lo eleva y lo hace exultar. Pero Hannah espera otra cosa: vivir con él. Compartirlo todo. En lugar de decirle que no, hace demagogia, idealiza y glorifica sus relaciones, alaba en ella las cualidades del pudor y la inteligencia y la señala como destinataria de sus lecciones. Sólo ella puede comprenderle sin tener nada más que aprender. Él la dirige afectiva e intelectualmente, ejerce los dos papeles: el de amante y el de maestro espiritual, y le ordena que ya no tome apuntes mientras le escucha: “Confórmate con escuchar e intenta andar al mismo paso”.
***
(Heidegger) Transforma su historia en destino y la integra a sus invenciones filosóficas: quiere que ella sea ella, libre e independiente en el abrazo del ser. La imposibilidad de definir el ser no exime de preguntarse por su sentido; muy al contrario, lo requiere imperativamente. En Ser y Tiempo hay resonancias de su historia de amor, hay rastros de los interrogantes de Hannah sobre la dificultad de vivir, de comprender quien se es. Heidegger está impresionado por el carácter voluntarioso y pertinaz de la introspección filosófica de Hannah, que lo lleva a ir más lejos y lo incita a impulsar su elucidación. Leen juntos a Kant y a Hegel, mantienen conversaciones filosóficas sobre la nada, la vacuidad y lo oscuro. ¿Ser en el mundo, ser dentro del mundo, ser después del mundo?
***
Se trata pues de una comprensión profunda. Intelectual, sexual y física. Se inclina ante ella y admira su orgullo y su independencia. Le agradece que le haga superar las barreras y descubrir un mundo hasta entonces insospechado. El amor agudiza su deseo de invención filosófica: “Ser presa del amor. Ver sacudida la propia existencia”. Heidegger trabaja cada vez más íntimamente con Hannah. Él, que había vivido tan cerca de su maestro Husserl, ahora toma a Hannah como principal interlocutora (…) La ve durante ese tiempo (1925-1926) disipar sus propias inquietudes, conquistar su propia independencia intelectual y desprenderse de la relación maestro-alumna para convertirse en su amante.
***
Él ya imagina proyectos futuros y se descubre hablando del porvenir. Pero en julio estalla una primera disensión. Hannah le reprocha que no sea lo bastante fuerte para vivir el amor que ella le da. Él le responde que es una cuestión de generación. Ya no tiene edad. Hay que saber pasar la página, la ama, y ella debe continuar alimentando su amor adquiriendo confianza en sí misma. Ella acepta. Temporalmente. Hannah acata los rituales de las citas clandestinas.
***
Él la deja con sus libros y se marcha a pasar el verano con su mujer y sus hijos. ¿Una última cita? Sí, tal vez: “Puedes pasar mañana a las nueve menos cuarto. Llama sólo si ves todas las luces apagadas en mi cuarto”.
***
La separación será larga. Después de dos meses en su chalet y varios días de trabajo con Husserl, Martín Heidegger llevará a su familia a Messkirch y luego visitará a Karl Jaspers. No tiene prisa de ver otra vez a Hannah (…) Ya no piensa en ella y, cuando le vuelve a la memoria el recuerdo de su amor, le escribe para disculparse por su silencio. Luego, de pronto, la necesita, la extraña. Tiene prisa por volverla a ver: “Tu presencia será mi auxilio para que todo vaya bien. Cuento contigo”. Se equivoca, Hannah ha decidido romper. Todavía sigue los cursos de Heidegger y espacia las citas hasta la explicación final, que tendrá lugar una noche de principios del mes de enero de 1926. (continuará)
***
Sí: los viernes Gil toma la copa con amigos verdaderos. Mientras se acerca el camarero con la bandeja que soporta el Glenfiddich, Gamés pondrá a circular las frases de Shakespeare en Mucho ruido y pocas nueces por el mantel tan blanco: ¿Pero qué les pasa? ¿Por qué tienen esa cara de febrero, llena de hielo, tormenta y nubarrones?
Gil s’en va
gil.games@milenio.com