Los padres de Los 43 de Ayotzinapa confiaron en que volvería a ser contratado el Grupo Interdisciplinario de “Expertos Independientes” por el gobierno de Claudia Sheinbaum, quien, por fortuna, hizo suya la desconfianza que terminó por tenerle Andrés Manuel López Obrador y anunció que se buscará el respaldo de la Organización de Naciones Unidas para continuar la insensata búsqueda de una verdad alternativa a la “histórica” de la extinta Procuraduría General de la República.
Ayer aquí recordé que la ONU ya intervino en el caso, pero “reprobó”, y digo por qué:
La Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, con Jan Jarab a la cabeza en México, solo fue capaz de hacer un deficiente informe sobre la supuesta tortura a 34 de los sicarios que agredieron, desaparecieron y ejecutaron a los normalistas, pero lo hizo a partir de conjeturas y manipulación de información.
Esa oficina conoció e intervino desde el principio, pero, simplemente, fracasó: en ninguno de los 34 casos donde presumió “tortura” aplicó un solo Protocolo de Estambul (instrumento que paradójicamente surge en la ONU precisamente para determinar si algún detenido fue martirizado), pero la respetable Comisión Nacional de los Derechos Humanos anterior a Rosario Piedra confirmó solo cinco (detectó en total nueve de 72 presuntos actos de tortura).
En todos los exámenes, la CNDH aplicó el Protocolo de Estambul.
Lo deplorable es que la 4T ha tenido, desde 2018, la recomendación de una CNDH autónoma y reconocida, pero sigue ignorándola, porque tanto el GIEI como la ONU ponen en duda que los 43 desaparecidos fueron asesinados y sus cuerpos quemados hasta la carbonización en el basurero de Cocula y dispersados en el río San Juan.
En el gobierno de López Obrador se hizo un Acuerdo entre la ONU-DH y México a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores para brindar “asesoría técnica” a la falaz Comisión de la Verdad de Alejandro Encinas, pero igualmente se fracasó.
La mayor expectativa que tenían los padres, alimentada por la propia Sheinbaum, era saber los avances del equipo científico que se conformó en febrero pasado con instituciones federales. Una “nueva metodología”, se les dijo, con la implementación de “herramientas tecnológicas” reiteradamente anunciadas con bombo y platillo que, según la mandataria, serviría para analizar líneas telefónicas como no se había hecho antes.
Según Sheinbaum, con el nuevo fiscal para el caso, Mauricio Pazarán, en colaboración con la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana que dirige Omar García Harfuch, se realizarían investigaciones de los análisis que, “desde nuestra perspectiva y la del fiscal, no se habían realizado a profundidad todos estos años”.
Así como con el huachicol fiscal que exhibe la corrupción en la Secretaría de Marina, la Presidenta tiene en la recomendación de la CNDH la oportunidad de reivindicar la verdad verdadera, aun contra los detractores que han estado impidiendo se conozca lo que sucedió hace ya casi once años con Los 43…