Política

El Partido Verde y Morena, matrimonio en crisis

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El disgusto por la soledad y la falta de amor han convertido a los matrimonios por conveniencia en una alternativa, tanto en la vida privada como en la pública. Y pocos tan redituables como el que se ha dado entre Morena y el Partido Verde desde mediados del sexenio pasado. Ambos se han beneficiado de la mutua compañía. Para el partido en el poder ha sido clave para alcanzar mayorías absolutas en las urnas, primero, y en las cámaras después. Y, para el Verde, la alianza y los acuerdos con Morena han sido una potente carga de esteroides para crecer más allá de lo que por natura y mérito propio podía merecer. Sin embargo, tan ventajoso matrimonio comienza a resquebrajarse.

Las razones para las tensiones entre estas dos fuerzas no tienen ningún misterio. De entrada, porque son agua y aceite, un maridaje de por sí forzado. En estricto sentido, se trata de los dos partidos con el referente de clase más disímbolo: Morena representa los intereses de los sectores populares, mientras que el Verde se caracterizó por el reclutamiento de jóvenes de las altas esferas, cachorros políticos y juniors muchos de ellos. Y mientras que el movimiento lopezobradorista se ve a sí mismo como un agente de transformación ética y social, el Niño Verde y los suyos convirtieron a su franquicia en una marca al servicio del mejor postor político, normalmente a quien se encuentre en Palacio (sucesivamente el PAN, el PRI y ahora Morena).

Para López Obrador se trató de una compañía incómoda pero necesaria para vencer la resistencia del sistema al cambio, en particular en las cámaras. Aunque en la elección de 2018 el Verde apoyó a José Antonio Meade en contra del tabasqueño, luego puso a sus legisladores a disposición de Morena. Entre otras cosas, eso le permitió “hacerse” de la gubernatura de San Luis Potosí y arreglos convenientes en Quintana Roo, verdadera residencia y centro de poder del Niño Verde. Y podrá acusárseles de muchas cosas, pero no de torpeza a la hora de vender caro su amor: en el reparto de candidatos de alianza y distribución de escaños y curules en las siguientes elecciones ha conseguido una cuota que, hoy por hoy, resulta imprescindible para alcanzar los dos tercios que exigen las reformas de fondo. Morena y PT suman 302 de 500 diputados, necesitan 32 más para cambiar la Constitución. El Verde tiene 62 (12 por ciento del total). Con ellos la Presidenta puede modificar lo que necesite, sin ellos no se ve por dónde. En el Senado la dependencia es aún mayor. En suma, la alianza creó un pequeño monstruo.

No hay salidas fáciles. Pero tampoco será sencillo llevar la fiesta en paz. Hay dos factores que amenazan con tensionar la precaria alianza matrimonial. Por un lado, a medida que el gobierno de la cuarta transformación intenta cambiar el sistema político, más resistencia encontrará en un grupo que ha sido un beneficiario de ese sistema. Como buen mercenario, el Verde no tiene ningún problema con ponerse al servicio del soberano en turno y aprobar lo que le pidan, siempre y cuando eso no afecte a sus propios privilegios: recursos para el partido y posiciones políticas. Tratándose de una organización realmente sin base social, de eso vive políticamente. Los cambios constitucionales que se propone hacer Claudia Sheinbaum apuntan a una reducción del financiamiento de los partidos y del número de escaños y curules, entre otras muchas reformas. Solicitar al Partido Verde que vote por ellas equivale a pedir que se haga un harakiri. Alcanzar un acuerdo requerirá de un trabajo de orfebrería política y de regateo de pronóstico reservado. Quizá, como en el caso de la ley contra el nepotismo que entrará en vigor hasta 2030, la única manera de transitar este cambio resida en una aproximación progresiva. Veremos.

Pero no es la única tensión en puerta. Si el Verde tiene reservas con lo que ahora le exige su aliado, Morena comienza a encontrar inaceptables algunas de las demandas de su socio político. Aunque todavía parece distante el verano de 2027, cuando se elegirá a gobernadores de 17 entidades, la mitad del mapa, desde ahora comienza la rebatiña porque las precandidaturas estarán perfiladas a fines del próximo año. Si el Verde ya consiguió colar a uno de los suyos como candidato de la alianza, intentará al menos conservar su conquista (San Luis Potosí) y, si es posible, ampliarla con otra o compensarlo en términos de presidencias municipales importantes. Es decir, pedirá más de lo que tiene, mientras que Palacio y Morena asumen que tiene ya más de lo que conviene. La determinación del partido en el poder de no presentar candidatos vinculados a un titular a partir de 2027 pondrá a prueba la alianza y podría llevar al Verde a emprender su propia campaña en más de un sitio.

Y existe un roce adicional, apenas surgiendo. El Verde dista de ser una agrupación cohesionada, entre otras razones, por carecer de algún sustento ideológico más allá de la retórica de su nombre. Es un haz de intereses de diversa índole, entre ellos algunos vinculados a Ricardo Salinas Pliego, hoy abiertamente enfrentado a la 4T. El senador del PVEM Luis Armando Melgar, ex directivo de empresas del grupo y cerca-no al empresario, ha abierto fuego en contra de Morena.

Se trata pues de una relación en problemas. Supongo que encontrarán formas de extender su acuerdo, porque el divorcio parecería demasiado costoso por ahora. Pero de alguna manera está claro que tarde o temprano la 4T necesitará replantearse una estrategia de separación porque a la larga son un obstáculo de cara a la transformación que se busca. Una ruptura violenta supondría apostar por alguna forma de acuerdo con MC y atraer a un número significativo de diputados y senadores del Verde a sus propias filas. Complicado, pero no imposible. Una separación más mesurada significaría optar por un plan C: conseguir una composición en el Congreso de 2027 que los haga menos dependientes de este incómodo compañero de viaje. El problema es que ahora los necesita para aprobar la reforma que definirá de qué tipo de Congreso estaremos hablando. Interesante intríngulis.


Alfredo San Juan
Alfredo San Juan

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Jorge Zepeda Patterson
  • Jorge Zepeda Patterson
  • Escritor y Periodista, Columnista en Milenio Diario todos los martes y jueves con "Pensándolo bien" / Autor de Amos de Mexico, Los Corruptores, Milena, Muerte Contrarreloj
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