Política

Los nuevos Leviatanes

Sediento de novedad, Gil se dirigió a lo que llama la Mesa de Novedades, una superficie donde crecen torres de nuevos libros que le mandan conspicuos editores. Gil se siente así muy importante. Se trata de Los nuevos leviatanes. Reflexiones para después del liberalismo de John Gray (Sexto Piso, 2025). Aquí vamos.

Los Estados del siglo XXI se están convirtiendo en leviatanes, la prole del bíblico monstruo marino al que se alude en el Libro de Job y que el filósofo inglés del siglo XVII Thomas Hobbes usó para representar el poder el poder soberano, único capaz de traer paz a la humanidad, ingobernable de cualquier otro modo.

Sólo sometiéndose a un gobierno ilimitado podrían los hombres escapar del estado de naturaleza, una guerra de todos contra todos en la que nadie está a salvo de sus congéneres (…)

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La evolución histórica en los siglos siguientes pareció desmentir a Hobbes. Surgieron Estados en los que el poder estaba limitado por la ley. Se desarrollaron democracias en las que se podía pedir responsabilidades a los gobiernos (…) En la actualidad, sin embargo, vemos cada vez más Estados que se han despojado de muchas cortapisas de la era liberal. De ser una institución que se decía extensora y garante de las libertades, el Estado está pasando a justificarse a sí mismo como simple protector de los seres humanos frente al peligro. Ahora, en vez de salvaguardar contra la tiranía, ofrece protección contra el caos.

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Una pandemia mundial, un cambio climático acelerado y una guerra en Europa han incrementado el ritmo de esas transformaciones. Pero en realidad se iniciaron con el triunfo aparente de una tendencia contraria. Recibido en Occidente como un presagio de que los valores liberales se estaban extendiendo por todo el mundo, el derrumbe soviético fue el principio del fin para el liberalismo tal como se había concebido hasta entonces.

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Existe una concepción definida del hombre y la sociedad, moderna en su carácter, que es común a todas las variantes de la tradición liberal (…) Es individualista en cuanto afirma la primacía moral de la persona frente a exigencias de cualquier colectividad social; es igualitaria porque confiere a todos los hombres el mismo estatus moral y niega la aplicabilidad, dentro de un orden político o legal, de diferencias en el valor moral entre los seres humanos; es universalista, ya que afirma la unidad moral de la especie humana y concede una importancia secundaria a las asociaciones históricas específicas y a las formas culturales, y es meliorista, por su creencia en la corregibilidad y las posibilidades de mejoramiento de cualquier institución social y acuerdo político. Es esta concepción del hombre y de la sociedad que da al liberalismo una identidad definida que trasciende una vasta variedad interna y su complejidad.

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Los orígenes del llamado movimiento woke se encuentran en la decadencia del liberalismo. De hecho, este movimiento es más poderoso en el mundo anglosajón, precisamente en aquellos países donde el liberalismo clásico adquirió más fuerza (…) Pese a que sus apóstoles creen que se trata de un movimiento universal de emancipación humana, en gran parte del mundo se lo considera un síntoma del declive occidental: una versión hiperbólica del liberalismo que Occidente profesó durante su breve período de hegemonía aparente al término Guerra Fría.

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En contra de lo que dicen sus críticos de derechas, el pensamiento woke no es una variante del marxismo. Ningún ideólogo woke se acerca ni de lejos a Karl Marx en su nivel de rigor, amplitud y profundidad de pensamiento. Una de las funciones de los movimientos woke es desviar la atención del impacto destructivo que el capitalismo de mercado tiene en la sociedad. Desde el momento en que las cuestiones identitarias comienzan a volverse centrales en la política, los conflictos entre intereses económicos pierden relevancia. Toda esa cháchara absurda sobre microagresiones expulsa del debate temas como las jerarquías de clase y la relegación de amplios sectores de la sociedad al paro y la pobreza. Al tiempo que se halaga los egos de quienes protestan contra cualquier menosprecio a su cultivadísima autoimagen, la política de la identidad condena a la deshonra y al olvido a muchas personas cuyas vidas son arrasadas por un sistema económico que las desecha por no aprovechables.

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Como todos los viernes, Gil toma la copa con amigos verdaderos. Mientras el mesero se acerca con la charola que soporta el Grey Goose, Gamés pondrá a circular las frases de Einstein por el mantel tan blanco: “Yo nunca pienso en el futuro; llega demasiado rápido”.


Gil s’en va


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Gil Gamés
  • Gil Gamés
  • gil.games@milenio.com
  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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