Mientras pronunciaba el discurso principal en el evento del sábado pasado para reposicionar a Acción Nacional, Jorge Romero, presidente de este partido, revisó obsesivamente su reloj de pulsera.
La alianza que sí tendremos (mira el reloj) … (es) con los auténticos liderazgos ciudadanos (mira de nuevo el reloj)…
Con liderazgos panistas o no es que juntos recuperaremos el sendero del triunfo (mira por tercera vez el reloj) y le quitaremos las mayorías artificiales a este oficialismo.
Este relanzamiento gira alrededor (último vistazo) … de un relevo generacional.
Hay una metáfora cargada de significados en ese extraño acto involuntario que tiene que ver con la impuntualidad política de su partido.
Entre las razones por las que Acción Nacional perdió apoyo popular en el último lustro se encuentra una muy equivocada estrategia de alianzas. Por no haber mirado antes el tictac de la historia, incurrió en el error de atar su destino al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y con ello puso ambos pies en una escalera que iba de bajada.
La cúpula de Acción Nacional ha estado tan ocupada en tejer esta alianza que extravió contacto con su militancia y también con los liderazgos emergentes de la sociedad.
Por otro lado, si Morena se hizo de “mayorías artificiales” fue porque la oposición no prestó a tiempo atención respecto de la estrategia electoral que se estaba cocinando en su contra; no reaccionó, pues, para prevenirse de un golpe que provocó un daño nuclear a la democracia mexicana.
La última mirada de Romero en dirección de su muñeca izquierda está relacionada con la demora del PAN para ligarse con la generación más joven. El problema es que los dueños locales y nacionales de ese partido han estado interesados solamente en su sobrevivencia y no en la de su partido.
Tiene razón el inconciente de Jorge Romero que no pudo despegarse de su reloj mientras intentaba discursar: el PAN llega con retraso a las propuestas presentadas por él, junto con el logo nuevo.
Zoom: Hubo poco en la pieza oratoria de este líder político que entusiasmara a propósito del porvenir. Nos dijo lo que hicieron y no volverán a hacer, pero fue incapaz de pronunciar una sola emoción que conectara con el futuro del país.
¿Será que, a diferencia de Jorge Romero, las nuevas generaciones no llevan ya reloj de pulsera?