Lo dicho, gran cliente de esta página del fondo, Noroña no le da descanso a Gil. Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gamés pensaba en los sinónimos. Así le da a Gilga por pensar cosas. Pongamos por caso estas palabras: canalla, cínico y delirante. No son sinónimos, pero el senador Fernández Noroña reúne a los tres como si esos sustantivos fueran sinónimos. No solo sentó a un ciudadano a pedir perdón por un altercado menor en un claro abuso de poder, cosa que hacen los canallas; además, exhibió una casa de 12 millones en Tepoz, wey, comprada sabe Dios cómo y en terrenos de comuneros; a mí mis timbres y me voy a Chihuahua a una gira misteriosa en un avión privado cuyos viajes habrían costado 170 mil dólares, pero en un avión con matricula de Estados Unidos: si le pagaron los viajes, ilegal; si los pagó él, ilegal, esto lo hacen los cínicos.
Ahora resulta que Noroña consultó con la almohada y tuvo una revelación: “otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos”. Y cuando despertó exclamó: ¡a Palestina!, esta clase de decisiones las toman los delirantes. Y aquí regresa el asunto de esas palabras que tienen el mismo significado o muy parecido que en Noroña sufren una excepción: canalla, cínico y delirante.
De gira y jirones
Con la novedad de que el senador Noroña realizará una nueva gira, en esta ocasión al Medio Oriente, para lo cual ha pedido una licencia del 24 de octubre al 2 de noviembre. Gil lo leyó en su periódico El Financiero en una nota de Diana Benítez: “No se ha cumplido el alto al fuego, dado que continua el genocidio al pueblo palestino, dado que ha vuelto el bloqueo a la ayuda alimentaria y que es muy grave la situación, reprogramamos el viaje y lo haré en estas fechas”. Gil sufrió un desvanecimiento que duró un segundo. Cuando recuperó el conocimiento se preguntó: ¿y este mastodonte a que va a Palestina? ¿Llevará alimentos, una estrategia para secuestrar a Netanyahu?”. Gilga acepta que la presencia de Noroña en Palestina es muy importante. Y como diría Jabaz en la página tres de su periódico MILENIO: “¿no se podría quedar por esos rumbos de Dios?”. Lo dijo el clásico: nadie es imposible.
El senador ha aclarado que Emiratos Árabes pagará el vuelo, que ustedes no están para saberlo, pero ahí se viaja como un jeque; esta invitación es una respuesta a la solidaridad que el senador ha mostrado con Palestina. Gil se acordó del día en que el ex presidente Fox se propuso unir a las dos Coreas. Ya en serio: bon voyage, senador, arregle usted ese conflicto y vuelva pronto, el país lo necesita.
Zedryk Raziel ha escrito en su periódico El País que Noroña “es un político polémico y provocador”. Nadie le ha informado a este buen articulista que Noroña ni es político, ni es polémico, ni es provocador, pero no nos detengamos en naderías. Raziel ha recordado las donaciones que el senador recibía a través de sus transmisiones en redes de parte sus simpatizantes, asunto desde luego prohibido por la ley.
De licencia
Noroña ha explicado que, si bien no era necesario solicitar licencia para hacer ese importante viaje, ha reconocido que así lo prefirió porque hay una campaña contra él y una observación con lupa. Y declaró solemnemente: “Estoy bien con mi grupo parlamentario, estoy bien con mi compañera Presidenta, estoy bien con el movimiento, estoy muy contento, las cosas van funcionando muy bien”.
Gil se llevó los dedos índice y pulgar al nacimiento de la nariz y se preguntó: ¿Quién tendrá más neuronas, Cuauhtémoc Blanco o Fernández Noroña? Menuda cuestión: pues declaramos un empate, ambos tienen un dedo de frente.
Sospecha
A Gil nadie le quita de la cabeza que Fernández Noroña y Cuauhtémoc Blanco ya tienen a la Presidenta hasta la coronilla, como decía la extinta madre de Gamés. Ya lo verán, afirma sentencioso Gilga.
Todo es muy raro, caracho, como diría Beckett: “me interrumpo para señalar que me siento extraordinariamente bien. Quizá sea el delirio”.
Gil s’en va