El chilero Passer domesticus, nunca ha sido un ave de mi devoción. Su plumaje no es vistoso, es pardo. Es ubicuo poblando nuestro asfalto y nuestro cemento lo que lo hace el pájaro más fácilmente identificable por los citadinos.
De hecho no se le encuentra lejos de donde haya humanos y sus construcciones. Su canto es un chillido disonante. Es un ave exótica e invasiva que se originó en el medio oriente, se expandió con la humanidad por la cuenca del Mediterráneo y fue introducido al noreste usamericano a mediados del siglo XIX desde donde invadió todo el continente hasta Tierra del Fuego con la misteriosa excepción de la península de Yucatán.
Los chileros son agresivos y persiguen a las aves nativas con las que compiten hasta desplazarlas.El chilero siempre me pareció malo, malo, malo. Sin un sólo rasgo que lo redimiera. Feo, malo, nocivo y ruidoso.
Pero hoy ya no me lo parece tanto pues su éxito abre una ventana a temas fascinantes y actuales de la biología. El chilero es un ave adaptable y capaz de innovar. De ahí su gran éxito al invadir nuevos territorios ignotos e imposibles si no hay de por medio una proclividad a lo novedoso y a la innovación. Desde que nuestra especie se volvió sedentaria, ha evolucionado para adaptarse a nuestros asentamientos.
Busque sus nidos y los encontrará en arbotantes, tejas, gárgolas y cualquier entresijo que ofrezca nuestras edificaciones. Sabe alimentarse de nuestros detritos. En Nueva Zelanda se han visto -no una sino seis veces en sitios distintos- a chileros capaces de activar la apertura automatizada de puertas corredizas para ingresar a cafeterías y comer de las sobras.
Es también sumamente social pudiendo detectar amenazas con mayor efectividad así como comunicar conductas y aprendizajes. Viéndolo bien, el chilero se me ha vuelto atractivo como metáfora de la humanidad de la que tanto depende.
Los humanos y los chileros somos flexibles, inteligentes, innovadores y sociales.Recientemente sus poblaciones han caído estrepitosamente en varios países de Europa occidental. Siendo un ave tan ligada a nosotros, valdría la pena estudiar estas fluctuaciones en sus números. Lo que esté dañando a los chileros podría estar dañándonos a nosotros.
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