Política

Cambios urgentes

  • Columna de Francisco Valdés Perezgasga
  • Cambios urgentes
  • Francisco Valdés Perezgasga

En el último número de la revista del Sierra Club, una de las organizaciones ambientalistas más grandes y más antiguas del planeta, un lector aislado les reclamaba que se ocuparan de temas como la desigualdad o la justicia racial. 

Este lector quería sólo material sobre aire limpio, ríos restaurados y energía solar.

Entre los ambientalistas hay también quienes hacen a un lado el papel que los humanos tenemos en el desastre en el que hemos sumido a la Tierra cuando se trata de una relación que no puede separarse. 

Todo problema ambiental es un problema socioambiental. Humano en su raíz y humano en sus consecuencias.

No todos los humanos tenemos el mismo impacto sobre el planeta. 

La población de Estados Unidos, por ejemplo, constituye el 4% de la población mundial y sin embargo produce 15% de todos los residuos orgánicos del mundo. 

Los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la OCDE (entre los que está México) tienen el 15% de la población mundial pero generan el 30% de los desechos orgánicos. Sustituya desechos orgánicos por residuos sólidos, por toneladas de CO2, por humos malsanos. 

Cuando nos angustiamos sobre la sobrepoblación, así, en abstracto, estamos dándole una coartada, un pase, a la pequeña fracción de la población que está generando la mayor parte del daño a la Tierra.

No sólo por vivir en un país miembro de la OCDE sino sobre todo por mi posición laboral y social yo pertenezco a esa pequeña fracción nociva. No nos engañemos, si vivimos, como se dice, bien, tenemos que revisar nuestras conductas. 

No sólo es la comida que desperdiciamos sino lo que consumimos y todos los excesos en los que incurrimos.

Cuando algo tan grande como el calentamiento global nos abruma. Cuando no sabemos cuál debe ser nuestro papel en medio de esta catástrofe lo mejor es revisar aquello sobre lo que tenemos todo el poder: nuestra voluntad y nuestra conducta. 

Consumamos menos. Usemos menos el coche. Comamos menos carne. 

Comprometámonos con una organización que busque la justicia ambiental, la conservación de la biodiversidad, el combate a la contaminación y la desigualdad.

Reconozcámonos como miembros de esta gran comunidad que es la vida del planeta. Toda la vida del planeta. 

Conduzcámonos de manera que lo que hacemos permita a la vida continuar y florecer. Por nosotros y por las generaciones que seguirán aquí. Esforcémonos por ser, como dice Robert Macfarlane, buenos ancestros.


(twitter.com/fvaldesp)

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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