Se leía con grandes letras este miércoles pasado: “Detienen por segunda vez a hombre que violaba a perrita en la GAM”.
Al encabezado de la nota informativa, publicada sin autoría, le seguía un ilustrativo sumario: “una mujer que caminaba por Calzada de los Misterios escuchó que el animal lloraba y al asomarse al lugar de donde provenía el sonido observó al hombre detrás de la perrita”.
Ya en el corpus de la nota periodística se informaban más detalles. El hombre había sido identificado como Jonathan “S”, porque apenas este junio se le apresó. Una juez, deletreemos su nombre: María Milagros, lo había liberado al considerar que no requería de prisión preventiva cautelar.
El reporte ofrecía el número de expediente: CI-FIDAMPU/A/UI-3C/D/00054/06-2020. Ahí se asentaba que el “sujeto”, al ser descubierto, había señalado que lo “que le pasara entre ambos era problema de ellos y no de la persona que le pedía que soltara a la perrita”.
En la ciudad capital de mi país sucede cada cosa. Descompuestas. Indescifrables. Misteriosas. Pero la vida está ahí. A la vuelta de la esquina o con solo cruzar la calle... en la Calzada de los Misterios.
Una fotografía del “sujeto” que no parece mayor de los 50 años servía para ilustrar la nota en el portal del diario El Universal. Es una de esas fotografías que se toman en las delegaciones policiales cuando uno es, como se dice colegialmente, “fichado”. De esas que detrás del rostro se observan las barras junto con las medidas de estaturas.
El “sujeto”, regresemos, se muestra de frente (el medio ha difuminado sus ojos y nariz suponemos para cumplir con la normatividad de resguardar la presunción de inocencia). Empero, el “sujeto” identificado como Jonathan “S” parece ver de fijo, con los ojos bien abiertos, al roturador de la cámara. Su cabello, encrespado, lo retrata como una efigie de Medusa, la de Caravaggio, por ejemplo. Jonathan lleva barba rala, es de labios frondosos y, en la fotografía, se le observa con el cubrebocas aún sujetado a su oreja izquierda. ¿Por qué, si la foto de la ficha policial es para la total identificación del indiciado, no le solicitaron o le ordenaron que se quitara el cubrebocas? Es un misterio.
A una hora de su publicación, el pasado 9 de septiembre, la nota ya registraba decenas de lecturas y comentarios: “Que le corten la #$% a este maldito enfermo mental”, “¿y si se encierran a este pinche loco junto a la juez que lo dejó libre?”, “aberración de infeliz, que caiga la ira de Dios sobre él”.
Véase, hasta aquí, cómo se pasa de la descripción a la interpretación de los hechos. Es un ligero movimiento como el de un obturador por el que se mira o miramos los sucesos. Es casi un misterio. Y es que a la realidad le gusta que juguemos con esos procedimientos retóricos de aquí o de allá a fin de componer cuadros que nos obliguen a pensar sobre sus variados significados.
En la mentalidad totalitaria solo se admite una inequívoca imagen de la realidad cuya clave para interpretarla está definida por la doctrina o el dogma. A los periodistas de mente liberal, siguiendo a Lippmann, la manera en que interpretamos las noticias no es ajustando los hechos a un dogma o doctrina, sino planteando teorías e hipótesis que después se someten a prueba y error. Con ello se revela el misterio del verdadero oficio periodístico.
En tanto, en la Calzada de los Misterios, una mujer escuchó el gemido de la perra…
@fdelcollado