Política

Manías

La manía de nuestros funcionarios a soltarse de letras en las redes sociales ya no tiene que ver con algún miedo a que se les descubra ignorantes de miras, faltos de razón o deslenguados interesados. Vamos, ya ni el decoro los detiene. Se sueltan de letras como se eructa de boca. Intempestivamente. Y ya se sabe que hay eructos recatados, algo contenidos, como eructos, francamente, sonoros.

Si el registro no desmiente, esta manía la inauguró la hoy diputada Tatiana Clouthier cuando más pronta que tarde le respondió al otrora candidato priista a la presidencia José Antonio Meade. El troleo, le llaman ahora, es conocido. El candidato Pepe Meade subió un tuit en la plataforma del pájaro azul: “México necesita un Presidente serio. Un profesional que sepa enfrentar los retos internos y externos, que garantice estabilidad económica y certidumbre jurídica”. A semejante autoelogio deslenguado, la entonces encendida promotora de la 4T le reviró con soltura y gracia de letras: “Y a quién propone?”. El candidato aprovechó la ocasión y le respondió. Apenas un eructo: “Yo mero”. Después, esa bufonada hasta la registraron como marca de campaña. El troleo tuvo registro exacto de día, fecha y año: jueves 8 de febrero de 2018. Después, devino la algarabía en las redes, la histeria de públicos y la excitación alienada de las hordas militantes.

Ahora, como se sabe, la Tía Tati anda corriendo en busca del gobierno de Nuevo León. Con suerte, sustituye a Jaime Rodríguez, apodado El Bronco, otro bocón de lengua suelta. Como este eructo estruendoso: “Mi caballo anda conmigo como anda mi vieja y come menos que mi vieja”. 

Así las manías de nuestros funcionarios. Las hay a todas horas y de todas las raleas, partidos y responsabilidades. Apenas esta semana, un tuit del jovenazo Antonio Attolini, que despacha en el IMSS a saber como Coordinador de Vinculación Internacional, avivó la desbocada de letras. Soltó, encendido de llama poética y parafraseando un proverbio hindú, un arbóreo eructo en defensa del epidemiólogo más atendido en estos días: “El subsecretario @HLGatell es como el sándalo, que perfuma el hacha que lo hiere”.

No es, por supuesto, ni el único ni el último caso. Los hay, como ya se dijo, de todas la releas y a todo momento. Si se tiene el temple de revisarlos, seguro se coincide en tres categorías de mensajes: 1) el funcionario no se preocupa de otra cosa que no sea servir al jefe inmediato con el único fin de mantener los favores conseguidos o por obtener; 2) el funcionario no actúa para satisfacer un impulso ético, moral o por buena conciencia sobre las acciones que emprende en su área, sino que lo hace por lo que considera un bien a una causa con la que se identifica, o por la persona que ama o por la gloria de su dios, mesías o tlatoani; y 3) el funcionario ha comprendido que no debe anunciar ni menos celebrar la acciones administrativas solo y solo si se atribuye a sí mismo y a su yo propio —con toda redundancia— el éxito de la acción que se publicita.

Un colega mío acaba de hacer una pregunta más que pertinente después de que Irma Eréndira Sandoval, titular de la Función Pública, apoyó a su esposo John M. Ackerman desde Twitter: “Qué linda forma de empezar la mañana! Con solidaridad y cariño #TodosSomosAckerman”. El colega Armando Talamantes le preguntaba si “no debería estar trabajando en vez de estar tuiteando mensajes personales? No es este un horario laboral?”.


@fdelcollado

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Fernando del Collado
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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