Política

Atentado

Amaneció nublado aquel 25 de julio. Pero a la hora en que se registraron los disparos ya hacía un clima caluroso. El francotirador, desde unos de los puentes del Viaducto, soltó una ráfaga de tiros al coche donde se trasladaba Gustavo Díaz Ordaz, entonces Presidente de México. El mandatario no viajaba solo. Lo acompañaba otro pasajero que también habría sido herido. Fue en el verano de 1967. Un 25 julio. Como hoy.

El documento que registró el atentado se clasificó como Top secret y se ordenó mantenerlo en secrecía hasta por 30 años (Declassified: E.O. 12958, Sec. 3.6 NJL 95-122 Appeal). El gobierno de Díaz Ordaz, según el propio documento, habría decidido mantener en total secreto el atentado. Sin embargo, en Estados Unidos, un telegrama compuesto por tres páginas fue enviado como “prioritario” al despacho oval de la Casa Blanca, en Washington. El propio presidente estadunidense Lyndon B. Johnson, quien lo leyó la tarde del 29 de julio, giró instrucciones para que se conservara en total resguardo. Sin filtraciones. Sin emitir declaraciones.

Con todo, no fue el único destinatario de este telegrama, también recibieron copias el bélico y temido Dean Rusk, Secretario de Estado, así como el director de la CIA, Richard M. Helms, y hasta el legendario J. Edgar Hoover, fundador y director del FBI.

Quien dio cuenta de esa información fue la propia embajada de Estados Unidos en México, a cargo de Fulton Freeman, amigo personal de Lyndon B. Johnson y de quien decía que era “endiabladamente capaz”, además de “joven y carismático”.

Desde que la embajada conoció el “rumor” del atentado contra Díaz Ordaz y hasta las 72 horas que transcurrieron para enviar el telegrama informativo, personal de la representación diplomática se dio a la tarea de reconstruir algunas piezas clave que explicaran el origen y causa del atentado.

En el propio telegrama se informa que el Presidente mexicano había recibido un balazo en una pierna, mientras que su “acompañante” recibió tres proyectiles hiriéndolo en el pecho.

Es muy probable que el francotirador les disparara ya desde el puente de Medellín, ya desde el puente de Monterrey, en sus cruces con el Viaducto. Lo anterior se deduce debido a que tanto el Presidente como su acompañante fueron llevados al sanatorio Santa Elena en la calle de Querétaro, en la colonia Roma (Hoy Hospital Ángeles). Ahí serían atendidos de los primeros auxilios. Después, su acompañante habría sido “secretamente trasladado” a un “lugar desconocido” en condiciones de salud consideradas como “graves”, cerca de las 15 horas.

A la mañana del día siguiente, esto es, del 26 de julio, un oficial de la embajada habría visto a Díaz Ordaz en sus oficinas de Los Pinos. No reportó el mínimo rastro de heridas en el mandatario. Empero, la embajada notificó que Emilio Martínez Manautou, entonces secretario particular de Díaz Ordaz, les había indicado que éste tenía una “ligera herida en la pierna”.

La embajada reseñó que uno de los que confirmarían el atentado fue Carlos Alberto Madrazo, entonces líder del PRI. Su esposa Graciela Pintado, según el telegrama, fue quien le habría informado pues se encontraba en el Santa Elena cuando fueron llevados Díaz Ordaz y su misterioso acompañante.

La última vez que tuve oportunidad de hablar con su hijo Roberto Madrazo, ex candidato presidencial del PRI en 2006, ha quedado amablemente de revisar los apuntes y archivos de su padre.


@fdelcollado


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Fernando del Collado
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