Política

¡Zas!

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No hubo sorpresas (salvo mucho espacio vacío en el Zócalo), todo fue ejecutado por expertos, y la promoción de tan portentoso evento la encabezó, día con día, el germen patógeno de Palacio Nacional.

La “alta burocracia” funcionó, dispuso ilimitadamente de recursos públicos, y se inundaron lugares estratégicos con promocionales para el patriótico suceso. En las inmediaciones de El Ángel se improvisó una gigantesca central camionera.

Días antes, su Alteza Pequeñísima se indignó por la marcha de cientos de miles de herejes en la capital y 50 ciudades más, oponiéndose a los democráticos y bondadosos cambios en materia electoral ordenados por ella. Ese agravio merecía una respuesta contundente, y se ordenó una estruendosa “fiesta” del pueblo bueno, con el mayor número posible de beneficiarios agradecidos, y de… acarreados, “por su propia voluntad”.

En las entrevistas hechas por las televisoras, todos los marchantes interrogados agradecieron las dádivas recibidas. No hubo (ni en los canales del Estado) agradecimientos al gobierno por su política educativa, por los servicios de salud, por la creación de fuentes de trabajo, por la defensa de las mujeres, por la lucha contra la criminalidad, la corrupción y la impunidad, por los apoyos al arte, la ciencia y la cultura. Los padrones utilizados fueron: el listado nominal de los más pobres y el de burocracias municipales, estatales y federales.

Los medios de comunicación informaron de los dineros ofrecidos a los “convocados”, del gasto en comidas, hospedajes y traslados. Tartufo dio a conocer: “los contingentes de todo el país se ubicarán en el Zócalo por Estados, en orden alfabético”. No los quería dispersos durante “la fiesta”, necesitaba el control para premiar o castigar a sus secuaces, según el número de reclutados, y de las expresiones laudatorias de cada contingente. Esa acorralada no la consiguió.

Y, si “no hay mal que por bien no venga”, hallemos lo positivo del espectáculo de ayer:

1. Con violación a las leyes y reglas fundamentales de los gobiernos democráticos, fue cínico el saqueo de recursos públicos, y dejó a Tartufo encuerado frente al mundo, por lo cual, nadie, con raciocinio y decencia, puede hablar hoy de la “honestidad personal del señor presidente”.

2. Con todo el aparato del Estado, y reclutados a lo ancho y largo del país, vimos un Zócalo semilleno, con menor asistencia de la habida en la marcha por el INE en la capital y 50 ciudades de México, aunque ¡claro! el conteo confiable lo dará el honorable Batres.

La “fiesta” de él y para él ya pasó, su mensaje, con una sarta de mentiras y estulticias, será muy comentado; lo realmente enternecedor y patriótico fue su propuesta final de “un humanismo mexicano”, o sea, el suyo. ¡Zas! 

Diego Fernández de Cevallos


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Diego Fernández de Cevallos
  • Diego Fernández de Cevallos
  • Abogado y político mexicano, miembro del Partido Acción Nacional, se ha desempeñado como diputado federal, senador de la República y candidato a la Presidencia de México en 1994. / Escribe todos los lunes su columna Sin rodeos
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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