¡Más vale tarde que nunca! Por fin, las autoridades electorales tratan de frenar, de algún modo, ilegalidades evidentes y graves en la competencia política. Durante semanas le toleraron a las corcholatas rodar por todo el país derrochando dinero de origen desconocido, con abierto desafío a la Constitución; y esto forzó a los opositores a no dejar la plaza sola, para no perder sin competir.
Pero de poco servirán los límites impuestos por el INE, porque las nuevas trampas del oficialismo harán inequitativa la contienda.
Desgraciadamente entraremos a un proceso electoral soportando el lodo podrido y la violencia a gran escala, escenario donde los delincuentes (del gobierno y del narcotráfico) tratarán de evitar, a toda costa, comicios en paz y regidos por la ley; por eso, los ciudadanos debemos apoyar con valor las decisiones de las autoridades electorales en pro del orden y la legalidad.
Pero, ¿por qué estamos en este embrollo? Entre otros motivos: 1) Porque es costumbre muy mexicana la violación de la Constitución; 2) Porque nuestras leyes electorales tienen disposiciones absurdas, las cuales limitan irracionalmente el quehacer político y el de los medios de comunicación; disposiciones impulsadas precisamente por los líderes de los partidos de oposición, y de manera enjundiosa por Tartufo, su actual pertinaz violador; 3) Porque las autoridades no actuaron con rapidez y energía cuando las corcholatas, cumpliendo instrucciones de su abrebotellas, iniciaron sus desfiguros proselitistas en todo el país, derrochando dinero y violando flagrantemente la ley.
Ahora, como la Constitución impide modificar la legislación aplicable para el próximo proceso electoral, hay tres obligaciones de la mayor relevancia: 1ª) Promover la participación responsable de millones de electores sometidos o indiferentes, pues en sus manos está su futuro. 2ª) A las autoridades corresponde cumplir y hacer cumplir la ley actual, aunque nos disguste. 3ª) Tan pronto terminen los próximos comicios, debemos darnos una ley electoral moderna, privilegiando las libertades, simplificando los trámites y fortaleciendo a la autoridad electoral, como exige la vida democrática.
Nos enfrentamos a un oficialismo rufianesco, pero con valor, talento y generosidad lo venceremos, para hacer posible la vida democracia y salvar el destino de México.
PD. Como no pudo incorporar a su equipo a Xóchitl Gálvez, ahora la tilda de estar con “la mafia del poder”.
Cuando Ciro Gómez Leyva criticaba a otros presidentes lo consideró “profesional del periodismo y amigo de siempre”; por criticarlo a él como presidente, lo considera al servicio de “la mafia del poder”.
Según el Diccionario de la Lengua: “rufián es el hombre vil y miserable que vive de la estafa y la mentira”.
“No lo digo yo”; y más claro ni el agua.