Los hechos:
1) Como candidato ofreció: “En mis primeros seis meses de ser presidente pacificaré al país”, y le creyeron 30 millones de mexicanos.
2) Hace un año afirmó: “Si no logramos pacificar al país, habrá fracasado la cuarta transformación”.
3) Al final del quinto año de gobierno reconoce la existencia de más homicidios dolosos respecto de los habidos en sexenios anteriores (y a éste le quedan un año y cuatro meses).
¿Qué responde ante su evidente ineptitud y rotundo fracaso? Lo mismo de siempre: “Todo es culpa de la mala herencia que nos dejaron los gobiernos neoliberales”. De ese tamaño es su cretinismo, pues si fuera hombre de honor ya habría pedido perdón a quienes creyeron en él y estaría autoencarcelado en su rancho, de glorioso e inolvidable nombre.
Usa la misma cantaleta para eludir sus muchos crímenes y la devastación nacional febrilmente causada por él y su caterva.
Del desastre educativo, de los 4 millones más de pobres, del aumento en el costo de la vida para todos, del multitudinario asesinato de hombres, mujeres y niños por falta de medicinas, de las 700 mil muertes durante el covid-19 provocadas por el imbécil López-Gatell (“el mejor funcionario de salud en el mundo”), de la imparable violencia contra las mujeres, del desprestigio internacional, de la pugnacidad fratricida entre mexicanos, y de las demás calamidades, la culpa es únicamente “del pasado neoliberal”.
¿A qué se atiene este inepto y fracasado depredador? Se atiene a las fuerzas armadas, al narco, a dilapidar el erario y al sometimiento de millones de mexicanos: unos, esclavizados a cambio de migajas para subsistir en la miseria, sin los servicios indispensables para lograr una vida digna y de superación; otros, entregados a la cobardía suicida, temblando en el matadero ante su verdugo. Así, aunque las encuestas lo reprueban en todos los rubros de su gestión, sigue gozando de “popularidad”, sea cual fuere el porcentaje de ésta. Por eso el exhorto debemos dirigirlo a los económicamente miserables y a los de espíritu miserable. Si los subsidios a los pobres los ordena la Constitución, ningún gobierno podrá suprimirlos, y los beneficiarios deben votar en absoluta libertad.
Los cobardes son, evidentemente, corresponsables de la tragedia de México.
Mientras este falsario haga leva electoral con los más pobres y tenga entumecidos a millones de apocados, México no tendrá paz ni progreso. Por eso, a unos y otros dirijamos nuestra proclama, pues, aunque a toda noche le siga una alborada, también las hay muy largas y dolorosas.
PD. Otra vez estalló la pudrición cuatrotera: cuando “las madres buscadoras” imploraron a los sicarios no ser asesinadas por buscar a sus amados despojos, Tartufo coincidió con la súplica y pidió a los torvos asesinos “portarse como buenos ciudadanos”. ¡Aleluya!