Durante los próximos 14 meses de competencia política soportaremos una lluvia de encuestas sobre las preferencias electorales en nuestro país.
Unas estarán bien hechas e irán proyectando (de momento a momento y con poco margen de error) las intenciones de los futuros votantes; pero otras serán propaganda ilegal e inmoral para inducir el voto en favor de quienes las paguen, como sucedió hace semanas en el Estado de México. Esto es grave porque se engaña a los votantes y se distorsiona la vida democrática.
Los ciudadanos debemos estar en alerta y desconfiados, pues aun encuestas hechas por empresas prestigiosas han tenido, finalmente, grandes márgenes de error respecto de los resultados en las urnas.
Además, cuando uno o varios sondeos marcan poca diferencia entre el 1° y el 2° lugar de los competidores, los seguidores de ambos candidatos redoblan sus esfuerzos para tratar de ganar la elección; pero si señalan a un contendiente con bastante ventaja sobre el otro, muchos seguidores del 2° lugar se desilusionan y se abstienen de votar. Así, tramposas o no, las encuestas a veces promueven el abstencionismo, dañando a la democracia. Adicionalmente, en México pocos saben distinguir entre los estudios de opinión confiables y los hechos “bajo pedido”.
Ciertamente las modernas técnicas demoscópicas han avanzado, pero el común de los ciudadanos no tenemos conocimientos para analizar el grado de confiabilidad de estos métodos de medición, lo cual puede conducirnos a errar en el momento de decidir.
Por otra parte, es lógico destacar la importancia del uso de palabras claras e inequívocas, a cargo de las empresas encuestadoras, en los sondeos de opinión. Pongo un ejemplo: Según un estudio reciente de Latinobarómetro, más o menos un tercio de los electores en México apoyan la democracia, otro tanto es indiferente en cuanto al tipo de régimen, y el resto apoya la opción de “un gobierno autoritario”.
Pues muy probablemente buena parte de este último tercio no conoce la distinción entre “un gobierno autoritario” y un gobierno fuerte; y al responder el cuestionario, se refirió a lo segundo; pero hay una gran diferencia: el “gobierno autoritario” es despótico, dictatorial y atrabiliario; en tanto, un gobierno fuerte cuenta con instituciones fuertes para hacer valer el imperio de la ley.
Por todo ello, reitero: en los próximos 14 meses debemos tomar a las encuestas con cuidado y recelo, para evitar la conformación del nuevo gobierno de manera fraudulenta.
Las encuestas pagadas por mapaches electorales son trampas para los electores, y tales instrumentos amañados ya comenzaron a circular desde Palacio Nacional, donde el Mapache Mayor asegura son invencibles.
Postdata: A robar, destruir, empobrecer, mentir y envenenar, le llaman: Cuarta transformación. ¡Chulada de cínicos!