Entre el 15 de noviembre de 1680 y el 21 de enero de 1681 apareció El Gran Cometa, considerado no sólo como un importante fenómeno astronómico por su magnitud y espectacularidad, sino también como el que marcó el inicio de una nueva era en el que la concepción de los cometas transitó de las interpretaciones especulativas de la astrología a las de la astronomía basada en las mediciones realizadas con los primeros telescopios.
Coincidió con la llegada a la Nueva España del nuevo virrey don Tomás Antonio de la Cerda y Aragón y el nombramiento de Carlos Sigüenza y Góngora como Cosmógrafo Real, quién con el propósito de apaciguar los temores y aprehensiones de la virreina sobre los augurios de calamidades que causan los cometas escribió el Manifiesto filosófico contra los cometas despojados del imperio que tenían sobre los tímidos.
En él argumentó que, si se trataba de dar advertencias, los cometas se quedarían fijos en un lugar y sólo ahí se experimentarían los malos efectos, pero se movían, además de que todos los años sucedían cosas graves y no necesariamente aparecían, de tal manera que no había razón para tenerles miedo, no eran anomalías celestes a través de las cuáles Dios hablaba, sino creaciones incorporadas y en armonía con el cosmos.
Posteriormente, el padre Eusebio Kino S.J. —quién también llegó a América como parte de la comitiva de los virreyes—, escribió sobre la cuestión en la obra titulada Exposición astronómica; allí reforzó las ideas astrológicas que prevalecían, pues estaba convencido de que los cometas eran anuncios de Dios en los que se advertía la necesidad de recomponer la vida para alcanzar la salvación.
Sigüenza se sintió aludido en la obra de Kino —dónde dice “trabajosos juicios que no quieren ver la realidad patente de las advertencias”— y le respondió párrafo por párrafo en su obra titulada Libra astronómica y filosófica, considerada una de las más notables escritas en español del siglo XVII; esta controversia intelectual fue signo del cambio de paradigmas y cristalizó la fundación de la cultura criolla que obró en contra de los prejuicios de que sólo la ciencia extranjera era valiosa y de que en México no podía haber conocimiento científico.
Claudia.Guerrero@iberotorreon.edu.mx