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La diplomacia científica como puente: cooperación entre países para un futuro sostenible

La diplomacia científica emerge en la actualidad como una herramienta clave para abordar desafíos en campos diversos como son la salud pública, la acción climática y la seguridad alimentaria. El término, que hace referencia al uso específico de la ciencia para fomentar el diálogo, la cooperación y la toma de decisiones conjuntas entre países implica también la interacción entre especialistas, expertos y responsables de políticas públicas en esos ámbitos. Esta práctica puede adoptar distintas formas, que van desde la generación compartida de evidencia, pasando por el establecimiento de redes internacionales de colaboración, hasta la creación de alianzas científicas transfronterizas y el fortalecimiento de capacidades institucionales.

En contextos como el de América Latina y el Caribe, donde los desafíos son complejos y las soluciones exigen colaboración, la diplomacia científica se vuelve una herramienta estratégica para el desarrollo sostenible y la integración. En el ámbito de la acción climática, un ejemplo histórico de diplomacia científica es el de la represa Yacyretá, una central hidroeléctrica binacional que se encuentra en el curso superior del Río Paraná, entre Argentina y Paraguay, y que desde 1994 provee energía limpia, renovable y de bajo costo a ambos países. El proyecto refleja cómo la cooperación técnica y científica puede traducirse en infraestructura estratégica compartida, basada en estudios ambientales, ingeniería avanzada y acuerdos institucionales sostenibles.

En lo que hace a la salud pública, durante la pandemia de COVID-19, la región enfrentó grandes desafíos logísticos para garantizar el acceso equitativo a vacunas. La falta de infraestructura adecuada y la alta dependencia de proveedores externos pusieron a prueba la capacidad de los sistemas de salud de la región. En ese contexto adverso, sobresalieron sin embargo los esfuerzos conjuntos entre países para la creación de mecanismos institucionales y acuerdos para el fortalecimiento de las cadenas de suministro y el transporte de carga sanitaria. Un ejemplo destacado fue el acuerdo entre Argentina y México para la producción colaborativa de la vacuna AstraZeneca, instrumento que permitió que Argentina elaborará el principio activo y México completará el proceso de formulación y envasado, asegurando su efectiva distribución regional. Además, el rol de organismos multilaterales como la OPS, CAF y el BID fue decisivo para la movilización de recursos técnicos y financieros que colaboraran con la distribución equitativa y eficiente de las vacunas.

En términos de seguridad alimentaria y nutricional, América Latina y el Caribe presenta una serie de experiencias positivas, centradas en la ejecución de proyectos para el desarrollo rural y la promoción de sistemas agroalimentarios sostenibles. Un caso paradigmático de cooperación bilateral en ese campo es el llamado programa ProHuerta en Haití, un proyecto que adaptó la experiencia argentina en los sectores de agricultura familiar y huertas comunitarias, promoviendo a la vez la soberanía alimentaria y la nutrición en comunidades vulnerables.

En estos tres campos, tecnologías como la inteligencia artificial (IA) ofrecen herramientas capaces de potenciar el valor de la diplomacia científica a la vez que potenciar la participación en la creación de redes globales de conocimiento. En el ámbito ambiental, ese sistema permite modelar escenarios climáticos complejos para optimizar el uso de recursos naturales y anticipar riesgos mediante sistemas de alerta temprana. En salud, su aplicación para el análisis de datos epidemiológicos y la gestión logística de insumos médicos tiene la capacidad de acelerar respuestas coordinadas ante emergencias sanitarias. En tanto que en el campo de la seguridad alimentaria, la IA contribuye a mejorar la productividad agrícola y diseñar políticas basadas en evidencia para comunidades vulnerables.

El futuro de la diplomacia científica representa una oportunidad valiosa para América Latina y el Caribe. Para ello, es prioritario aumentar el financiamiento, formar profesionales eficientes, consolidar estructuras institucionales robustas y fomentar la participación académica en esos campos. Solo así será posible consolidar una presencia regional más activa en los grandes debates científicos globales y aprovechar el conocimiento como motor de desarrollo inclusivo y sostenible.


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Christian Asinelli
  • Christian Asinelli
  • Vicepresidente corporativo de Programación Estratégica de CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe. Doctor en Ciencia Política y autor de “Claves para el desarrollo de América Latina y el Caribe”, editado por Penguin Random House.
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