América Latina y el Caribe enfrenta una paradoja. Mientras crece la conectividad mundial, en nuestra región se profundizan las brechas y desigualdades en el acceso y uso de tecnologías. Menos de 50 por ciento de los hogares tiene acceso a banda ancha fija, y apenas 12.7 por ciento de la población cuenta con cobertura 5G. Estudios recientes advierten además que el riesgo de profundización de la brecha digital entre distintos sectores sociales de un mismo país de la región supera la desigualdad a nivel nacional con países desarrollados.
Este panorama plantea una serie de desafíos para nuestros países, que deben ser abordados de manera urgente e integral y combinar a la vez inversión, regulación y formación en cada uno de esos campos. La digitalización es clave para avanzar en sectores como el educativo, el sanitario y de inclusión financiera, y para ello resulta indispensable garantizar el acceso universal a banda ancha en todo el territorio.
En el ámbito educativo, la digitalización tiene la capacidad de contribuir a la reducción de desigualdades estructurales y a la ampliación en el acceso a oportunidades de aprendizaje. Esto se verifica, por ejemplo, en las plataformas de educación virtual que permiten el acceso a comunidades rurales y zonas marginadas. Además, facilita la gestión educativa, el seguimiento de trayectorias escolares y la formación en competencias digitales para los cuerpos docentes de las instituciones.
En tanto, en salud la digitalización representa una oportunidad estratégica en la medida en que permite ampliar el acceso, mejorar la calidad de atención y reducir brechas. La incorporación de herramientas como la telemedicina, las historias clínicas electrónicas y los sistemas de gestión hospitalaria permite atender a poblaciones alejadas que han estado históricamente excluidas del sistema sanitario. Además, facilita el monitoreo de enfermedades crónicas y agiliza la toma de decisiones clínicas. El desafío está en asegurar que el trabajo vaya acompañado de inversión en infraestructura, conectividad eficiente y regulaciones adecuadas.
Por último, la digitalización presenta un gran potencial en el ámbito financiero en tanto posibilita ampliar el acceso de la ciudadanía a servicios económicos, especialmente entre poblaciones históricamente excluidas como las mujeres, las personas LGBTIQ+, y las comunidades rurales e indígenas. Las plataformas digitales permiten abrir cuentas bancarias, realizar pagos, acceder a microcréditos y seguros sin necesidad de infraestructura física, lo que ayuda a reducir barreras geográficas y burocráticas.
En todos los ámbitos de desarrollo, la transformación digital es un componente fundamental para el fortalecimiento democrático porque, no solo facilita el acceso a servicios y garantiza transparencia, sino que además amplía los canales de participación ciudadana y refuerza la legitimidad democrática. América Latina y el Caribe tiene el potencial de convertirse en un referente global en innovación digital con impacto social. Para esto, la digitalización no debe ser vista como un fin en sí mismo, sino como una herramienta estratégica para construir sociedades más equitativas, resilientes y competitivas. Apostar por la conectividad universal, el acceso asequible y la formación en competencias digitales es apostar por el desarrollo con justicia social.