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Comunicación Política

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  • César Romero

"Que haya un problema no significa que necesitemos una solución. Simplemente replanteamos la narrativa", dice Anthony Sparrow, uno de los personajes de Slough House, en el libro 8 de la serie escrita por Mick Herron.

De ese hilarante universo literario y televisivo de valores invertidos, frustración perpetua y héroes involuntarios recupero solamente esa gota de perfecto cinismo. El resto nos lo ofrece la triste realidad.

La política se ha reducido a espectáculo. Trump y Netanyahu anuncian la paz para el Medio Oriente, reiterando su amenaza de exterminio para Hamas y, en los hechos, para la causa palestina. En la misma pista --pero en sentido contrario--, medio mundo reconoce diplomáticamente al Estado Palestino, pero nadie es capaz de detener el genocidio de su pueblo.

La tradicional liturgia del poder huele a rancio. Las viejas fórmulas de la comunicación política ya no funcionan. Ni las lecciones de Nicolás Maquiavelo, ni las consignas de Vladimir Lenin o los slogans de Marshall McLuhan. Tampoco ayudan demasiado Jünger Habermas; ni siquiera Byung-Chul Han o Yuval Noah Harari. Mucho menos los nuevos Panchos Galindo Ochoa, los Jesúses Ramírez o sus similares.

Hoy casi todos estamos atrapados dentro de la pantalla de nuestros móviles y, por lo tanto, las imágenes que ahí consumimos forman nuestra "realidad". Sobre todo, si se repiten hasta el hartazgo.

Ahí sigue la foto de un Donald Trump con rostro desencajado y manchado de sangre y un puño en alto, mientras una pequeña multitud se le une en el grito "Fight!, Fight! Fight!".

"Para mí, gobernar es comunicar", decía hace un par de décadas un presidente mexicano. Hoy todos lo sabemos: si no se puede decir a través de un meme o en los 64 caracteres de un twit (de antes), no sirve.

Habitamos un mundo adicto a las plataformas digitales, enfermo de inmediatez y pensamos que "la realidad" y "la verdad" son simples interpretaciones. La construcción de las narrativas dominantes no es cuestión de argumentos e ideas, sino de logística y oportunidad. En estos "tiempos interesantes" los hechos son sustituidos por la propaganda.

Veamos el caso mexicano. "La Cuarta Transformación avanza" con la pasión de un avemaría a la hora del Rosario. La Presidenta del país celebró el cumpleaños número 7 de la 4T en palacio con los niveles de popularidad propios de un pueblo "feliz, feliz".

Ante un zócalo a reventar, celebra la vuelta al hiperpresidencialismo; su hiperpresidencialismo. En tanto, desde las sombras de su rancho en Palenque, el tlatoani tropical seguramente hace cuentas sobre cómo prepararse mejor para enfrentar el tsunami. Ahí viene, ya mero, ya mero.

La cantaleta de "los gringos exigen cabezas" resulta una excusa perfecta para soltar a los mastines de la venganza y alentar los apetitos de control total inherentes a la misma esencia del poder. Las infames "listas" ya las conocen todos y su autoría es perfecta: "Fuenteovejuna, señor Comendador".

Luego de haberse tejido, durante décadas de trabajo obsesivo, una especie de manto mágico de pureza e invulnerabilidad, el señor de Palenque comienza a pagar por los derroches, excesos y desplantes de algunos personajes de su círculo más cercano.

Sea su jefe de oficina y sus presuntos negocios con los carteles; o su "hermano" y secretario de gobernación y sus supuestos lazos con organizaciones criminales; o la voracidad y banalidad atribuida a sus propios hijos. En todos los casos --como en la penosa historia del señor de las ligas--, todo habría sucedido bajo el amparo de "las necesidades del movimiento". El clásico cuento del fin justificando los medios.

Y ahí estamos. Del "calumnia que algo queda" del viejo sistema, pasamos al "nado sincronizado" de los periodistas del oficialismo y de los anti-oficialismo, también. La batalla de porras es ensordecedora.

Tampoco la manipulación de las emociones funcione demasiado. Ante los grandes y numerosos problemas estructurales y de fondo "el respetable" exige respuestas efectistas, políticas y en tiempos mediáticos (inmediatos). ¿Crisis de salud mental? Propaganda y protocolos. ¿Violencia y descomposición social? Propaganda y promesas. ¿Fragilidad económica? más propaganda y promesas de "inversión extranjera".


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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