El fin de semana, el sábado, el Partido Acción Nacional ha convocado a lo que llama un evento de relanzamiento. Según ellos, “es el inicio de una nueva era; relanzamos al PAN —dicen— porque seguimos creyendo en los valores que nos dieron origen: la defensa de la patria, la justicia, la familia y la libertad”.
Primero han convocado a una marcha —no sé si es la mejor idea para como andan las cosas con las marchas— y después el evento es en el Frontón México. Ahí donde en 1939 el fundador de Acción Nacional, Manuel Gómez Morín, dijo que los organizadores del nuevo partido no tenían “el apetito de un triunfo” y tampoco estaban preparados “para las responsabilidades de ese triunfo”.
Dos frases que utilizó Soledad Loaeza para titular uno de sus libros y de donde recupero el dato.
Ocho décadas y media después, con dos triunfos en elecciones presidenciales y muchas gubernaturas ganadas desde la primera en 1989, algo que tal vez ni Gómez Morín imaginó, los panistas andan —seré generoso— de capa caída, muy caída.
La panista con más reflectores frente a la opinión pública y los otros partidos es Lily Téllez, que se fue un ratito del partido, pero con ella al menos sabemos qué piensa y qué quiere.
¿Los demás? Pues no creo que la ciudadanía se sepa ni los nombres, mucho menos lo que piensan, lo que quieren para el país. Más cerca de Alito —en imagen— que de su partido.
Tal vez nadie sabe quién lidera ese partido porque cuando anunciaron el evento del sábado, dijeron que llevaban un año haciendo “introspección”; sí, los imagino encerrados en un centro de meditación, aislados, con harto incienso.
Relanzar podría ser más sencillo, como leer a Soledad Loaeza que con precisión escribió hace unos años: “antes de ajustarse a las realidades del siglo XXI, Acción Nacional se dejó seducir por el espejismo de las mayorías electorales. Invirtió así el orden estratégico de todo partido político que aspira a la continuidad, según el cual el partido es el que atrae a los electores y no a la inversa. Los panistas de antes veían en la doctrina su primera seña de identidad y luego el escudo protector de su unicidad. Cuando ésta perdió relevancia, el PAN pasó a ser un partido como otros (…) Lo cierto es que el partido que ayer daba lecciones de democracia ha dejado de pensar y está en manos de una joven generación que está más atenta a las encuestas que a la reflexión filosófica, que oyó con entusiasmo a Carlos Salinas, pero que no supo escucharlo”.