Conocido como Pepe Tiburón, José Urbina Bravo, buzo de la organización Sélvame del Tren, sostiene que el ecocidio provocado por las obras del Tren Maya es mucho mayor de lo que admitió en su comparecencia de este lunes en la Cámara de Diputados la secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Alicia Bárcena:
“Suena como un reconocimiento. Lo que hacíamos era alzar la voz advirtiendo lo que podía pasar (…) y se afectaron millones de árboles, los cenotes, el acuífero. No sé de dónde la señora dice que son ocho cenotes. Quizá porque están trabajando en ocho para limpiar, pero se afectaron al menos 120 que pudimos identificar en el trazo, sin contar las dolinas, las aguadas, que fueron sepultadas sin misericordia…”.
Entrevistado el martes por Elisa Alanís en MILENIO Tv afirmó:
“No se escuchó a especialistas en ecosistemas, en biología, en la ley. Se escuchó a especuladores que solo perseguían sus beneficios y se canceló la prevención del delito. Los que impusieron el trazo en el tramo Cinco, específicamente, se convirtieron en criminales. Habría que ver quién va a hacerse cargo de los daños, porque se construyó sin cambio de uso de suelo, sin la manifestación de impacto ambiental; se mintió cuando se decía que no iban a construir sobre cenotes o sobre el acuífero. Alguien tendrá que pagar por este crimen ambiental. Ahora nos toca seguir trabajando con las autoridades para minimizar los daños y no permitir que esta infección que arrastra el tren en la Selva Maya se extienda...”.
Con sólida experiencia en la región, recordó que en 2022, “cuando se decía que no se iba a talar un solo árbol, éramos los mejores amigos del presidente, porque le estábamos señalando su error”, pero fueron desoídos y denostados por López Obrador, quien los llamaba “seudoambientalistas”.
Le preguntó Elisa:
—¿Cómo lo vivieron a lo largo de todos estos años mientras se cometían esos crímenes ambientales?
—Nosotros nunca manejamos un golpeteo político, como se nos acusaba (…). Nuestro interés siempre fue muy genuino. Inclusive invitábamos a los funcionarios y al mismo señor presidente a que se bajara del helicóptero. Yo invité al hijo del señor presidente (Andrés Manuel, Andy López Beltrán, designado ‘supervisor’ de la obra por su padre) a que viniera a bucear en los cenotes para que viera de qué estábamos hablando. Ninguno acudió. Se dedicaron a repetir consignas, propaganda, insultos, descalificativos (…). Era una selva extraordinaria. Son veintitantos kilómetros entre la costa y la falla de Holbox donde tenemos todo este acuífero que, aparte, reviste una importancia cultural importantísima por los estuarios paleontológicos y arqueológicos que también fueron devastados, porque el INAH también se sometió al proyecto del tren.
Seco, duro y al encéfalo, Pepe Tiburón sintetizó:
“Realmente queríamos que el proyecto fuese un éxito y no este fraude que no es un servicio social ni fortalece el medio ambiente ni es un éxito económico. Es un fraude…”.