El 6 de julio de 2017, en un acto con más funcionarios y sindicalistas que niños con discapacidad o sus padres, Aurelio Nuño —aún Secretario de Educación— presentó la Estrategia de Equidad e Inclusión del Nuevo Modelo que trajo la reforma educativa. Presentaron también un libro donde en el editorial Nuño dice: “Esta estrategia ofrece diagnósticos rigurosos, miradas alternativas y respuestas efectivas a numerosos asuntos que no podían esperar más”.
Uno de esos asuntos es el de las personas con discapacidad.
En México hay dos sistemas: escuelas regulares y escuelas especiales. Las primeras para alumnos estándar y las segundas para alumnos con alguna discapacidad.
La propuesta oficial fue “impulsar el tránsito de la educación especial a la inclusiva”, es decir, que todos los niños accedan a los mismos salones, maestros y contenidos. Así incluso lo entendimos un grupo de padres y activistas que logramos colar este tema ausente en las primeras discusiones del modelo.
La SEP propuso arrancar con un plan piloto en 250 escuelas para una inclusión plena en 13 años, teniendo en cuenta que había que avanzar gradualmente hasta cubrir los 260 mil planteles de todo el país. No hubo ningún cambio disruptivo: las escuelas que eligieron de alguna manera ya eran incluyentes porque tenían alumnos con discapacidad, maestros de apoyo y un consejo de participación social funcionando.
No hubo ninguna campaña de comunicación específica para que más familias supieran que contaban con esta nueva oportunidad. Para la SEP bastó con aquel evento de Nuño y lo poco que subieron a redes sociales. Las escuelas no están ni avisadas, ni preparados sus docentes y directivos, ni tampoco accedieron a presupuesto.
“Es una obligación del Estado promover una imagen inclusiva de las personas con discapacidad, y lo que no han hecho es visibilizar los derechos constitucionales que tienen todos de acudir a una escuela accesible e inclusiva, donde un alumno con discapacidad puede convivir con otros sin discapacidad y no vivir en un gueto, como es la educación especial”, me recuerda Agustín de Pavia, abogado y activista.
¿Cuántos nuevos alumnos con discapacidad se sumaron a escuelas estándar en este ciclo que comenzó el lunes? No hay datos.
¿Cuántas nuevas escuelas de educación básica, media y superior se volvieron inclusivas? No hay datos. “Lo que está reportando en sus informes anuales la SEP se refieren solo a niños con discapacidad que están en alguna escuela especial (no inclusiva), con lo cual todos aquellos que lograron entrar a una escuela regular son invisibles a las estadísticas de la SEP”, dice de Pavia.
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