Festejo que la película española “Sorda” de Eva Libertad que formó parte de la sección Largometraje Iberoamericano de Ficción en el FICG 40, llegara a la cartelera de Guadalajara. Aparte de narrar un drama femenino sumamente emotivo, el filme también permite una experiencia visual y sonora que provoca una profunda reflexión acerca de la comunicación humana.
Ángela (Miriam Garlo)vive en el silencio y la soledad. La joven mujer es sorda, no de nacimiento ya que perdió el sentido del oído en algún momento de su niñez por causas que la película no revela. La mujer ha aprendido a reconocer y entender el mundo con sus ojos y el tacto de sus manos, está feliz con su oficio, tiene un grupo de amigos también sordos con los que se lleva de maravilla y vive en armonía con su pareja Héctor (Álvaro Cervantes), un hombre con capacidad auditiva. Cuando Ángela se embaraza todo parece cambiar ya que todos los seres de su entorno, y, desde luego, ella misma, se preguntan si su bebé nacerá con capacidad auditiva o sin ella. Puesto que tampoco los médicos pueden tener certeza, el parto se convierte en un evento traumático. Por los dolores del parto, la dificultad de comunicarse con Héctor y los doctores y la incógnita de cómo nacerá el bebé. El traumático parto y la incertidumbre de varios meses provocan que Ángela sienta una distancia hacia su bebé ya que la pequeña Ona parece reaccionar a los ruidos del ambiente y la voz de los adultos. Mientras que todos están felices de que Ona puede oír, Ángela empieza a sentirse excluida y aislada de su entorno, incluso de Héctor quien, al ocuparse amorosamente de ella y la bebé, parece privilegiar a Ona como ser oyente. Ángela percibe la misma brecha de comunicación en el comportamiento de sus familiares y los educadores de una guardería.
La sensibilidad con la que la película muestra el doloroso aislamiento de Ángela y la creciente distancia entre ella y Héctor, resulta del dominio de la narrativa y el carácter audio - visual del cine que la realizadora Eva Libertad acentúa con creciente profundidad y dramatismo en la segunda mitad del filme. Como espectadores no sólo sentimos empatía y preocupación por Ángela y la pareja sino que caemos en cuenta que compartimos con Héctor y su entorno la certeza de lo que es “normal” y lo que se considera “diferente”. El lenguaje de señas que establece comunicación de manera visual, nos llega de manera diferente que la voz y las palabras expresadas y escuchadas. El carácter audiovisual - es decir visual y sonoro - del cine de hoy permite jugar y hacernos conscientes de la diferencia.
“Sorda” no juzga el comportamiento de sus personajes. Los observa y describe para que nos demos cuenta que nuestra certeza de normalidad en la comunicación humana es excluyente y que hace falta revisarla y re orientarla. Sorda nos hace conscientes de que vivimos en un mundo hecho para los que oyen y hablan. Al igual que las películas “Sound of Metal” de Darius Marder (2019), “CODA” de Sian Heder (2021) o el impresionante filme mexicano “Todo el silencio” de Diego del Río (2023) nos provocan experiencias que lleva a reconocer que la comunicación humana es mucho más compleja de lo que nos han enseñado y que un adjetivo como “normal” no cabe en esta complejidad.