Cultura

“Frankenstein” de Guillermo del Toro

  • La pantalla del siglo
  • “Frankenstein” de Guillermo del Toro
  • Annemarie Meier

Conseguir boletos para verla fue una hazaña y convirtió la ida al cine en un “evento” cargado de suspenso. Antes de que empezara la película, el mismo Guillermo del Toro nos saludó desde la pantalla. Nos dio la bienvenida como público mexicano y nos agradeció de que hayamos acudido al cine para ver su película. La N de Netflix en los créditos del filme fue la respuesta a la pregunta del porqué la película se estaba estrenando en un circuito independiente y no en una de las grandes cadenas de distribución que tenemos en el país. Frankenstein se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Venecia y pasará al circuito de streaming internacional el 7 de noviembre. La oportunidad de verla en una sala de cine antes, fue, sin duda, resultado de una negociación entre su director y la productora. Del Toro quiso darnos la oportunidad de verla en una sala. Por lo menos la primera vez ya que se impone volver a verla para profundizar la primera experiencia de “gran cine” y detectar las finezas de su entramado narrativo, temático y estético.

Formular una sinopsis, comparar la trama del filme con la novela Frankenstein o El moderno Prometeo de Mary Shelley o recordar las adaptaciones cinematográficas anteriores a la de Del Toro, no aporta ya que el filme vive y respira como obra del realizador. Lo que es, sin embargo, emocionante, es recordar el origen del texto literario ya que fue creado por la joven mujer británica en competencia con su novio, el poeta Percy Shelley, Lord Byron y su médico John Pollidor. El relato nació en la villa de los Shelleys a orillas del Lago de Ginebra, Mary no cumplía ni los 20 años, se había fugado de su casa con Percy y estaba embarazada de su tercer hijo. Su texto salió victorioso del informal concurso entre amigos y se publicó en 1818.

El Frankenstein de Del Toro se ubica por completo en los países y mitos nórdicos y guarda el tono y la narración de los cuentos que fascinan, asustan, adviertan y hacen reflexionar a niños y adultos. La estructura con un prólogo, capítulos que narran los sucesos en flashback y un desenlace que deja un mensaje, es totalmente literario. Interesante, sin embargo, que el realizador actualiza la estructura con permitirle a la “criatura artificial” narrar su propia perspectiva en un capítulo que le otorga la calidad de protagonista y lleva a un desenlace que lo deja con vida y futuro. Mientras el sueño masculino del capitán de barco de conquistar el polo norte y el del estudioso de ciencia de jugar a ser dios y crear un ser viviente a su manera, se esfumaron.

La aventura que empieza – y termina - en un buque atrapado en el hielo de los mares del norte, recuerda a detalle la niñez y la obsesión del estudiante universitario Víctor Frankenstein de investigar acerca del secreto de la vida, estudiar a los viejos científicos y experimentar sobre la naturaleza humana. Interesante que el filme nos comparta antiguos dibujos, gráficas y modelos del cuerpo humano que nos enseña, por ejemplo, las capas de piel. carne, músculos y órganos internos de un modelo del cuerpo femenino embarazado esculpido en madera. La temprana muerte de su madre, de la que Víctor culpa a su padre, es un motivo fuerte para buscar la esencia de la vida y la posibilidad de crearla a través de piezas de cuerpos muertos. El ser artificial creado por Víctor no es ningún monstruo, sino un ser que aprende, desarrolla sentimientos, percibe el mundo con curiosidad, descubre el lenguaje, las palabra y la lectura y sufre por la discriminación y la soledad. Es la sociedad agresiva y el odio de su creador Víctor, al que llama padre, los que despiertan la violencia como respuesta de defensa.

Las referencias a la literatura, la gráfica, la pintura y la ciencia del siglo diecinueve que el filme construye en cada plano, decorado, vestuario, ambiente y acentos musicales compuesto por Alexandre Desplats, crea, aparte del suspenso por el desarrollo, una emoción “artefacto” muy especial que me recordó la exposición En casa con mis monstruos que tuvimos en Guadalajara hace unos años. Con Frankenstein Del Toro nos abrió de nuevo su colección y pasión por un universo fantástico pero también real, que atraviesa su vida y obra.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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