Política

¡Viva la jirafa Benito!

Hablemos de Benito, la jirafa, el fenómeno. ¿Qué fue lo que pasó aquí? ¿Por qué es importante? ¿Cuáles son las lecturas? ¿Qué podemos concluir?

Los mexicanos tenemos una relación muy especial con los animales, especialmente cuando las cosas están mal.

Acuérdese de Tohuí, el panda de Chapultepec, una historia maravillosa que involucró al país entero en 1981. Cuando no había redes sociales. Cuando ni siquiera teníamos internet.

¿A usted le tocó? ¿Qué recuerda más? ¿Las coberturas noticiosas, la canción de Yuri o las crisis económicas, políticas y sociales por las que estábamos pasando?

Ahora acuérdese de Keiko, la orca de Reino Aventura cuyo rescate y traslado enloqueció a las multitudes de muchas partes del mundo.

¿Cuántos años tenía usted en aquel entonces? ¿Cuál es su mejor recuerdo? ¿La telenovela con Kate del Castillo, las películas previas o aquel México ahogado en problemas monumentales?

Yo no tengo las pruebas en la mano como para decir que atrás de estos eventos estuvieron las órdenes de aquellos gobiernos, campañas de distracción montadas por los medios de comunicación o un fenómeno social espontáneo.

Lo que sí le puedo decir es que Tohuí y Keiko, que hasta el día de hoy representan algo en nuestro imaginario colectivo, impidieron el cataclismo emocional de los mexicanos.

Ellos nos unieron cuando todo nos separaba. Ellos nos dieron algo bonito cuando todo era feo. Ellos nos hicieron soñar cuando a nuestro alrededor sólo había devaluaciones, deudas y cosas peores.

¿Podríamos decir que Benito es el Tohuí de 2024? ¿Qué diferencias hay entre lo que le pasó a la protagonista de “Salvemos a Willy” y lo que estamos viviendo hoy con esta jirafa? ¿La historia se repite?

Benito es una nota maravillosa, digna de libros, series y películas. No hubo manera de “sembrarla”, de “inventarla”.

Un buen día México entero se dio cuenta, gracias a la sociedad civil, a los medios de comunicación y a las redes sociales, que en Ciudad Juárez había una jirafa cuya vida peligraba porque el lugar donde la tenían carecía de las condiciones necesarias como para garantizar que no muriera de frío.

Ya había habido trágicos antecedentes. La gente del estado de Chihuahua no se cansó de externar su preocupación y los medios acudieron al llamado.

Como usted sabe, tras un montón de hermosas aventuras, Benito está hoy en Africam Safari, en Puebla, y somos muchos los que estamos felices.

No, ninguna estrella canta su canción. Ninguna televisora le hizo una telenovela. Imposible pensar en órdenes gubernamentales o en manipulación mediática. Todo fue rápido, espontáneo, de verdad.

Benito nos une. Todos somos Benito. ¡Viva la jirafa Benito!

Esto es lo que pasa cuando el pueblo, los medios y las redes se unen en un acto de amor.

Por supuesto que participaron empresas y autoridades, pero el origen no fue de arriba para abajo. Fue de abajo para arriba.

Para mí, como para cualquier persona, sería muy fácil exclamar: ¡Ojalá que así nos uniéramos para otras cosas! ¡Qué vergüenza que nos pongamos de acuerdo para salvar a una jirafa y no para combatir otros asuntos más importantes!

Pero no. Eso sería un error. Cada cosa tiene su lugar y sería muy enfermo comparar a Benito con conflictos como los feminicidios, las desapariciones y todo eso.

Con Benito pasó lo que pasó porque no había intereses políticos, criminales ni culturales detrás.

La vida de una jirafa no puede ser bandera ni de los chairos ni de los fifís, ni de un canal de televisión o de una red social.

No importa si usted es judío, cristiano, narco, vegano, afrodescendiente, misógino, niño, migrante, adulto mayor, persona con discapacidad, trans o heterosexual.

Ver a Benito sufriendo penetró todos nuestros mecanismos de defensa, superó todas nuestras diferencias. Sabíamos que juntos lo podíamos ayudar.

¿Qué hubiera pasado si se hubiera tratado de un tema político? Antes que rescatar a esa jirafa, le hubiéramos echado bronca a los responsables de esa historia de terror.

¡A la cárcel con la persona que llevó a Benito a vivir en ese infierno! ¡Linchamiento para el partido que permitió esa atrocidad!

¿Qué hubiera sucedido si se hubiera tratado de un tema mediático? Lo menos importante hubiera sido la vida de la jirafa. Es más, si hubiera muerto, mejor. ¡Más “rating”!

Y hubiéramos visto un “reality show”, cámaras siguiendo a Benito en “streaming” las 24 horas, un concurso para conseguirle novia. ¡Lo de siempre!

Gracias a Dios se trató de otro tipo de cuestión, tuvo un final feliz y jamás nos distrajimos de las otras noticias.

Aprendamos de lo que sucedió aquí. Quiero rogarle a los medios de comunicación, tanto públicos como privados, cada vez más alejados del pueblo, que regresen a sus raíces, que escuchen a la gente como la escucharon con Benito.

Cuando uno trabaja para los demás, como nos corresponde en el mundo de la comunicación, nada malo puede suceder. Esta jirafa es la prueba. Ustedes, medios, son la prueba.

Y si no me creen, pregúntense: ¿de dónde sacó el pueblo la inspiración para querer ayudar a ese animal? ¿Cómo fue que creyeron que lo iban a conseguir? ¿Qué les dio fuerzas?

¿Saben qué fue? Lo que ustedes hicieron antes precisamente con Keiko, con Tohuí y con todos esos animales. Los medios educan. El espectáculo es poder.

Construyamos ahora las narrativas que permitirán que en 28 o que en 43 años el pueblo se siga uniendo para salvar más vidas, para salvar, tal vez, algo todavía “mayor”. ¿O ustedes qué opinan?


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Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
  • alvaromilenio5@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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