Me encanta el giro que tomó “Amanecer” la semana pasada porque ahora sí, después de 14 mil aventuras, Alba (Livia Brito) y Leonel (Fernando Colunga) son novios.
O sea: amor, amor, amor. Y mientras ellos andan en eso, incluyendo la pasión, Sebastián (Daniel Elbittar) se robó a otra mujer para matarla. Pero no se trata de cualquier mujer. Es Karla (María Espinoza Stransky, la hija de Angélica Aragón).
Le recuerdo que Karla es un personaje fundamental por su vínculo con Benigno (Omar Fierro), por la relación incestuosa que tuvo con Camilo (Nicola Porcella) y porque es la mejor amiga de Alba.
Si Sebastián la mata cometería un gran error porque, se supone, el feminicida era Joaquín (Tiago Correa) que, como usted sabe, está cuadrapléjico en el hospital.
Si Karla aparece muerta, todo el tinglado de mentiras que se construyó para culpar a Joaquín de tantísimas muertes se podría venir abajo.
Pero Sebastián está imparable. Como se acaba de casar con Atocha (Ana Belena), necesita desahogarse. Necesita volver a matar. ¡Qué fuerte!
Pero para cosas fuertes, todo el tema social. Cada generación recibe algo bueno cuando mira esta producción de Juan Osorio.
Si no son las personas de la tercera edad con lo del Párkinson de Doroteo (Salvador Sánchez), son los adultos con el alcoholismo de Camilo o los jóvenes con el autismo de Tona (Emilio Osorio).
A propósito de Tona y del giro que está tomando este clásico de Delia Fiallo, está muy bueno el triángulo amoroso en este personaje, Malú (Valeria Santaella) y Blas (Emilio Bravo) porque Malú se acaba de quedar como el perro de las dos tortas.
Le rompió el corazón a Tona para quedarse con Blas y, ¡ríajale!, que lo cacha cuando iba a darle vuelo a la hormona con Atocha.
Y ni hablemos de lo del sacerdote con nietos biológicos porque entonces sí no acabamos.
Ver este melodrama seriado de TelevisaUnivision me hace muy feliz porque tiene una combinación muy afortunada de romance, emociones y responsabilidad social, y porque me recuerda muchas cosas hermosas.
Creo que es un acierto glorioso que la acción se desarrolle en los años 2000, cuando no dependíamos tanto ni de la tecnología ni de las redes sociales.
Eso se traduce en nostalgia, en una nostalgia que sumada a la belleza del estado de Michoacán nos da cariño, nos da esperanza. Hace que uno se reconcilie con la vida.
Yo veo esas escenas en esas haciendas tan hermosas, en esas calles empedradas y en ese campo tan especial, entre el monte y la cascada, y sueño con un mundo mejor, más tranquilo, más parecido al de mis padres, al de mis abuelos.
Se trata de las locaciones, sí, pero también de los valores de producción.
La fotografía que nos están regalando Armando Zafra y Adrián Patiño es exquisita considerando la velocidad a la que se trabaja en el mundo de las telenovelas.
Observe con detenimiento cada toma, cada composición. Parece cine. Parece serie. Pero es telenovela. Es orgullosamente una telenovela mexicana.
En cuanto pueda me voy a lanzar a conocer el lugar donde se grabó esto, a comer esa comida y a hacer mi tour de “Amanecer”. Lo prometo. Obvio, subiré fotos a mis redes sociales.
Mientras llega ese momento, por favor, no deje de ver lo que va a pasar aquí porque algo me dice que esto se va a poner mil veces mejor.
Luche con todas sus fuerzas por seguir viendo “Amanecer” ya sea en Las Estrellas, VIX o Univision. Le va a gustar. De veras que sí.
