Lo que más me preocupa de que Margarita Zavala y Felipe Calderón no hayan obtenido el registro para su partido político son las reacciones que veo en los medios de comunicación y en las redes sociales.
Las que no se burlan abiertamente de ellos, los atacan con un odio impresionante.
El nivel es bajísimo. Es como si a mucha gente le diera gusto esta noticia, como si el dolor de Margarita y Felipe se tradujera en felicidad para un montón de personas.
¿Por qué no se expresaban así de ellos cuando estaban en Los Pinos? ¿Por qué no los atacaban con la misma rabia cuando recibían sus créditos? ¿Por qué no los insultaban así cuando vivían de sus becas?
Más allá de lo que usted pueda sentir por ellos, por Andrés Manuel López Obrador o por quien quiera, el hecho de que no vayamos a tener México Libre es una pésima noticia.
¿Por qué? Porque el gobierno en turno necesita oposición. ¿Para qué? Para verdaderamente brillar en términos democráticos.
Un gobierno que no tiene contra quien confrontar sus ideas, sus propuestas y sus acciones, no puede ser un buen gobierno por más maravilloso, por más amado y por más sabio que sea su presidente.
Si no hay debate, no hay democracia, no hay crecimiento.
Ojo: no estoy hablando ni bien ni mal de nadie. Lo que estoy diciendo es que hay un punto en que necesito, como ciudadano, que alguien contraste, en igualdad de circunstancias, a todas nuestras autoridades.
Y el hecho de que esos opositores hubieran sido la señora Zavala y el señor Calderón era una oportunidad de oro por todo lo que representan en términos simbólicos tanto para AMLO como para Morena.
Sí, yo sé que esto apenas iba a ser el nacimiento de un partido político y que los grandes debates no los íbamos a ver hasta las campañas electorales, pero algo es algo.
Perdón si sueno grosero, pero a ratos me preocupa que nuestro presidente, a diferencia de otros, no tenga ni un partido ni un personaje que, a la primera declaración, le grite “¡Cállate, chachalaca!” tal y como él lo hacía cuando era oposición.
Eso lo convierte automáticamente en una figura a la que el poder se le puede subir en cualquier momento, en una autoridad sin crítica, en “el dictador perfecto” recordando lo que Vargas Llosa dijo del PRI, cuando estaba más o menos igual, en el siglo XX.
Sería delicioso que el presidente y que Morena se tuvieran que esforzar un poquito más a la hora de justificar lo que hacen porque eso reforzaría sus acciones, porque eso los volvería más fuertes.
Desearles oposición no es desearles el mal, es desearles el bien. ¿Sí entiende la tragedia detrás de lo que les pasó a doña Margarita y a don Felipe?
Lo que el partido en el poder tiene hoy como oposición está muy débil.
Ni el PRI, ni el PAN ni nadie de ellos se ha preocupado por construir personajes que se le puedan poner al tú por tú a nuestros gobernantes ni están haciendo algo que pese como para que las multitudes los volteen a ver.
A lo mejor es un buen momento para Andrés Manuel López Obrador. A lo mejor es un buen momento para Morena y sus aliados. Pero es un mal momento para el debate, para el debate inteligente, para el debate democrático.
Lo único bueno de todo esto es el INE. Como usted recordará, esta gran institución de había convertido en algo así como la enemiga del sistema porque, al hacer su trabajo, no le estaba dando por su lado al presidente.
Si eso hubiera sido cierto, más se hubieran tardado Margarita Zavala y Felipe Calderón en pedir el registro para su partido que el Instituto Nacional Electoral en autorizárselo para molestar a AMLO.
Pero no, actuaron con una imparcialidad admirable, con un profesionalismo que duele por todo lo que le acabo de decir, pero que finalmente confirma su seriedad.
Por favor, la próxima vez que se quiera burlar de lo que pasó con México Libre, piénselo dos veces. Los necesitábamos. AMLO y Morena los necesitaban. ¿O usted qué opina?
alvaro.cueva@milenio.com