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‘La casa de las flores 3’

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Si en algo aprecia su sistema nervioso, métase de inmediato a Netflix y goce con la tercera y última temporada de la serie mexicana La casa de las flores. Le juro que es la mejor de todas.

¿Por qué? Porque se siente una contundencia bárbara, porque los personajes están más que consolidados y porque los responsables de esta joya tuvieron una idea genial:

Cerrar esta magnífica historia con un juego dramático donde, por un lado, tenemos algo así como la precuela de la temporada uno.

Pero, por el otro, un tejido de situaciones que no se entendería sin esos antecedentes.

No le voy a vender trama para no echarle a perder la experiencia, pero esta creación del enorme Manolo Caro es menos superficial de lo que parece.

Sí, ya sé lo que está pensando: ¿Cómo es posible que me atreva a decir esto de una emisión que a todas luces es algo así como una telenovela?

¿Con qué cara la elogio si nuestra reina absoluta, la maravillosa Verónica Castro, huyó despavorida después de participar en la temporada uno?

Se lo digo precisamente por eso, porque es como eran las mejores telenovelas mexicanas de antes, porque aquí, como en Los ricos también lloran, como en Vanessa, como en Rosa salvaje y como en muchos otros ejemplos, hubo cambios en el reparto, ajustes de última hora y, con todo y eso, el proyecto no solo se sostuvo, creció.

Si Valentín Pimstein, el creador de mil y un obras maestras de la telenovela nacional viviera, se sentiría profundamente orgulloso de La casa de las flores y muy en especial de su final.

Todo lo que él ponía en los desenlaces de sus melodramas está ahí.

No le voy a decir qué, insisto, pero se va a reír como depravado, se va a “picar” como vicioso, se va a emocionar como enloquecido, se va a escandalizar como mojigato y hasta se va a poner a cantar como el más grande de los degenerados.

Es impresionante cómo los responsables de este trabajo, desde los escritores, directores de escena y de arte, hasta los actores, los vestuaristas y los musicalizadores, supieron encontrar los lugares comunes de la telenovela mexicana, deconstruirlos y reinterpretarlos.

Por supuesto que aquí va a tener material para aplaudir y viborear hasta que se canse. ¡De eso se trata!

Y yo no sé qué admiro más, si el trabajo del reparto original, el de los nuevos actores o el de las figuras públicas que hacen apariciones especiales desde el primero hasta el último de los episodios de esta temporada.

Rebecca Jones está gloriosa. Ximena Sariñana es un prodigio. Christian Chávez está de alarido. Isela Vega es una diosa. Darío T. Pie hace un trabajo excepcional, tremendo.

Y no le doy más nombres porque aquí el factor sorpresa es fundamental y sería una desgracia que, en ese momento en que usted se tiene que quedar con la boca abierta al ver a cierto personaje de joven o a cierta luminaria en un cameo, ya lo esté esperando.

Pero sí estamos ante algo grande, ante un regalo perfecto para devorar en esta cuarentena que tiene a tantas personas ansiosas, desesperadas y deprimidas.

Si en algo aprecia su sistema nervioso, métase de inmediato a Netflix y goce ya con la tercera y última temporada de la serie mexicana La casa de las flores. Le va a encantar. De veras que sí.


alvaro.cueva@milenio.com

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Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
  • alvaromilenio5@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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