Este gobierno, se vendió desde el arranque, iba a ser el de la inteligencia en materia de seguridad. Se ajustaron leyes para que el hoy titular del área, Omar García Harfuch, tomara el control de la coordinación. Hubo resistencias, hay, entre los otros órdenes del gabinete correspondiente. Le escatimaron equipo y personal. Aun así, comenzó a dar resultados, golpes certeros contra distintos cárteles, sin distingo.
Contra la opinión de quienes critican que se llene la cárcel de pillos, él considera que hay que encerrarlos sin descuidar otros frentes, como la prevención. No se puede frenar la aprehensión porque el sistema no sea, nunca ha sido, rehabilitador. García Harfuch ha debido lidiar con las resistencias internas y con el hampa misma, sobreviviendo ya a un atentado desde el gobierno anterior y a la insidia de quienes lo quisieron ligar al caso Ayotzinapa.
He conversado antes con el secretario. Conozco a gente que ha trabajado con él. Los métodos de investigación basados en la inteligencia son los suyos en el combate al crimen. Sé que un grupo de policías lo quiso disuadir de meterse a la política, previendo lo peor. Las primeras señales fueron las naturales: él, popular, arrasó en la encuesta interna de Morena. La realidad, el sistema, la clase política, lo echó para atrás, porque ya veían de rival a un outsider.
Pondero todo esto, porque vemos listas y listas de golpes al crimen a diario, hay de hecho una política pública de informar sin tregua sobre resultados, aparejada a la reunión cotidiana de gabinete, pero cada vez sabemos menos sobre algunos temas. No sabemos, por ejemplo, quién ordenó el atentado contra el propio Omar. No sabemos quién ordenó matar a mi querido amigo Ciro Gómez Leyva. No sabemos quién ordenó matar a los colaboradores de Clara Brugada.
Tampoco sabemos quién mandó asesinar al abogado Cohen. Tampoco, y aquí hago hincapié, quién financia y da órdenes al bloque negro que aprovecha las marchas para vandalizar, para delinquir y hay que añadir ya hasta homicidio en grado de tentativa. Tampoco quién paga a los porros de la UNAM. Ahora, si me equivoco y la inteligencia está funcionando también en esos casos y la autoridad sí lo sabe, ¿por qué no los han
detenido?