Si bien la grilla fluye en toda disciplina, concedamos que la entrega de los premios Nobel de la Paz, de Literatura y de Economía marcan posiciones políticas inocultables, en ese orden, como sucedió ayer con el otorgado a la opositora venezolana María Corina Machado, quien ipso facto se lo dedicó a Donald Trump, quien mientras tejía para ganarse la distinción como pacificador de Medio Oriente vía exprés, apuntaba sus cañones a Nicolás Maduro en el Caribe. Apunta.
Premios de la Paz insólitos los ha habido, como el concedido a Barack Obama, de quien costaba trabajo hilar un discurso de argumentación de merecimientos, pero fácilmente disponibles si se le compara con Trump, quien pasó de aspirar a ser papa, a la muerte de Jorge Bergoglio, a Nobel en menos de un año. De hecho, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, sabiéndose ganador en el acuerdo de paz en curso en Gaza, promovió en sus redes la candidatura del jefe de la Casa Blanca.
Por eso no pasa desapercibido que el Nobel de Literatura recayera este año en el húngaro László Krasznahorkai, quien lleva en hombros todos los méritos, después de una brillante carrera como narrador y distinciones prestigiosas previas, como los premios Booker y Formentor. ¿Qué tiene de política esta elección?, preguntará con razón usted, amable lector.
Pero, mire, uno que es malpensado, no deja de ver que en novelas como Tango satánico y Melancolía de la resistencia, ese “horror”, ese “apocalipsis” y ese “absurdo” a los que alude la Academia Sueca para sustentar su decisión no son otra cosa que el infierno que vivió Hungría bajo el régimen pro soviético y la bota comunista encima, el asedio de aquel imperio estalinista que hoy quiere emular, con las formas del siglo XXI, el presidente ruso, Vladímir Putin.
Este año, deduzco por eso, los Nobel decidieron lanzar dardos con algún nivel de envenenamiento contra Nicolás Maduro en Venezuela, por su combate a la oposición, y contra Putin por su campaña en Ucrania. Salvo, por supuesto, la mejor opinión de usted que me honra con su atención.