Con el gran Robert Graves al volante y su colega Raphael Patai de copiloto, permítame usted, amable lector, hacerle un espacio en el asiento de atrás para que conozcamos de primera mano a dos bestias de Los mitos hebreos, editado en Alianza por vez primera en 1985, cuyo carácter furioso, descontrolado y sanguinario acaso nos recuerde a alguien que hoy arrasa sin piedad a la población de Gaza.
“Entre los colmillos del monstruo Leviatán reinaba el terror, de sus fauces salían fuego y llamas, de sus narices humo, de sus ojos un fiero rayo de luz; su corazón era despiadado. Recorría la superficie del mar a voluntad, dejando tras sí una estela luminosa; o su abismo más profundo, haciendo de él una olla borbotante. Ningún arma del arsenal de la humanidad podía abollar sus escamas. Los propios habitantes del cielo le temían (…)
“Algunos dicen que tenía muchas cabezas, o que había dos Leviatanes -la serpiente huidiza y la serpiente tortuosa- a los que Dios destruyó. Otros, que perdonó a Leviatán por ser una de Sus criaturas, pero lo domesticó por completo y todavía se digna jugar con él en el ancho mar durante tres horas al día. Los grandes dragones marinos le sirven de alimento. Bebe el agua de un afluente del Jordán mientras desemboca en el océano por un canal secreto.”
Pero el peligro no solo acechaba en el mar.
“Behemot, la primera bestia terrestre creada por Dios, se parece a un hipopótamo enorme, con una cola más grande que el tronco de un cedro y los huesos como tubo de bronce. Gobierna las criaturas terrestres como Leviatán las marinas (…) Todos los años, en el solsticio de verano, se alza sobre sus patas traseras y lanza un terrible rugido sonoro que impide que todas las bestias salvajes ataquen los rebaños y ganados del hombre durante los doce meses siguientes.”
Aunque se especula sobre un duelo entre ambos, se dice que Dios enviará antes a Miguel y Gabriel para matarlos, y luego nos preguntamos de dónde habrán salido los guiones de King Kong contra Godzilla o de Indominus rex contra Mosasaurus. O personajes tan sanguinarios como Bibi.