Política

Autonomía curricular

  • Apuntes pedagógicos
  • Autonomía curricular
  • Alfonso Torres Hernández

En el nuevo modelo educativo Aprendizajes Clave para la educación integral (2017) se considera a los Ámbitos de la Autonomía Curricular como un componente curricular en la organización de los contenidos programáticos, junto a los Campos de Formación Académica y a las áreas de Desarrollo Personal y Social. Sin que se ofrezca una definición clara de Autonomía curricular, se apunta que “se rige por los principios de la educación inclusiva porque busca atender las necesidades educativas e intereses específicos de cada educando” (SEP, 2017).

Si bien la idea inicial es de reconocerse, más adelante se enuncian las primeras restricciones a la autonomía “aunque cada escuela elegirá e implementará la oferta de este componente curricular con base en los periodos lectivos que tenga disponibles y en los lineamientos que expida la SEP para normar este componente” (SEP, 2017).

Teniendo como punto de partida lo anterior, me pregunto: ¿De qué hablamos cuando hablamos de autonomía? En el Diccionario Abbagnano nos dice que es un “termino introducido por Kant para designar la independencia de la voluntad de todo deseo u objeto de deseo, y su capacidad de determinarse conforme a una ley propia, que es la de la razón” (Abbagnano, 1960). Dos ideas esenciales se desprenden de esta definición. La primera es referida a la individualidad y la segunda a la razón. Es decir, la regulación de uno mismo y capacidad para tomar decisiones. Estas cuestiones invariablemente serán en un marco de referencia que implica el respetoa normas o leyes superiores o de terceros. Por otra parte, etimológicamente la autonomía posee tres componentes léxicos: autos (por sí mismo), nomos (regla) y ia (acción, cualidad). Podemos entender su significado como todo ente que se gobierna a sí mismo de acuerdo a su propia ley. En ello invariablemnteesta implicado un sentido político (griegos) o función política (Kant). Con lo anterior, me aproximo a una idea sintética respecto percibir a la autonomía como un actuar razonado y reflexivo en los ámbitos individual y social.

Si partimos de la idea de Coll (1990) de que el diseño curricular es el proyecto que preside y guía las actividades educativas escolares explicitando las intenciones que están en su origen y proporcionando un plan para llevarlas a término, además de ser un proyecto abierto a las modificaciones y correcciones que surgen de su aplicación y desarrollo, es posible preguntarnos¿qué necesita el docente para tener autonomía curricular’. En primer lugar apunto la necesidad de tener claridad en una concepción de educación y los fines educativos. En segundo lugar, conocer los fundamentos del currículum en cuestiones pedagógicas, psicológicas, sociológicas, ideológicas y culturales. Y finalmente, el conocimiento metodológico de la enseñanza con todas sus implicaciones y relaciones. Recuperando a Cesar Coll (1990) mencionaría la importancia de tener presentes los tres niveles de concreción del currículum (contenidos y objetivos; la organización de los contenidos; y la programación), así como los elementos sustanciales para responder a las preguntas básicas de ¿qué enseñar?, ¿para qué enseñar?, ¿cómo enseñar? y ¿qué, cómo, cuándo y para qué evaluar?

Stenhouse (1998) por su parte menciona que “un curriculum, si posee un valor, expresa, en forma de materiales docentes y de criterios para la enseñanza, una visión del conocimiento y un concepto del proceso de educación. Proporciona un marco dentro del cual el profesor puede desarrollar nuevas destrezas y relacionarlas, al tiempo que tiene lugar ese desarrollo, con conceptos del conocimiento y del aprendizaje”, y plantea con énfasis que “no es posible el desarrollo de un currículum sin el desarrollo del profesor”.

Desde marco de ideas, es conveniente que para desarrollar un sentido y acción de autonomía curricular en los docentes va más allá de proponerle la utilización de determinado tiempo de la jornada escolar y de un abanico de temas y contenidos que puede desarrollar. La autonomía curricular implica pensar y reflexionar la práctica críticamente; implica amplio conocimiento de la teoría pedagógica y curricular; y exige un conocimiento contextual de su entorno y de los sujetos con quienes trabajará. Para ello, su formación debe ser sólida y seria en el campo de la educación y pedagogía. La apropiación discursiva del nuevo modelo educativo y la comprensión para llevarlo a la práctica, le establece a los docentes desafíos fuertes de conocimiento que sólo le serán posibles con una estrategia formativa permanente, puntual, pertinente y profunda en cada uno de los aspectos planteados, incluyendo por supuesto, el de autonomía curricular. Insistimos, el desarrollo del pensamiento en los docentes, debe constituirse en desafío educativo, además de ser el vehículo por excelencia para desarrollar una práctica docente autónoma y con sentido social.

torresama@yahoo.com.mx

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