La permisividad de las fuerzas del orden de México ante la violencia en protestas sociales viene de lejos. En el declive de la hegemonía priista se hablaba del trauma de 1968: los gobiernos eran renuentes a frenar a los violentos, se decía, por temor al fantasma de Tlatelolco. Había que actuar con lenidad —especialmente frente a los jóvenes— por la flamabilidad de sus causas. Luego llegaron los presidentes de la alternancia y casi nada cambió. No fue el PAN el que reprimió salvajemente a los estudiantes en el 68 y, sin embargo, mostró una reticencia similar a aplicar la ley a quienes la violaban en ese tipo de manifestaciones. Y hoy que gobierna un partido que se dice descendiente de aquellos movimientos todo sigue igual.
La realidad es más prosaica. Las corporaciones policiacas mexicanas están mal capacitadas y las acciones para contener sin excesos esas inconformidades requieren de un personal capaz de ejercer la violencia legítima del Estado en la justa medida, con la fuerza proporcional necesaria para someter a los vándalos, no para mandarlos al hospital. Nuestros policías suelen subirse al ring y, en medio de la refriega y ya entrados en puñetazos, se dedican a madrear al contrincante. Se enojan, naturalmente, y les gana el ánimo revanchista. Es muy difícil actuar con frialdad en esas circunstancias. Y claro, con el choque surge el peligro de que alguien resulte gravemente lesionado o incluso muerto. Ningún político en sus cinco sentidos quiere eso.
La pregunta que yo hago es si de veras la Secretaría de Seguridad capitalina padece esa falta de preparación de la que adolecen la mayoría de sus pares estatales. No lo creo. Tengo para mí que es la que tiene mejor capacitación, y ya en otras marchas ha dado muestras de saber detener a los rijosos sin darles una paliza. Los ha encapsulado, por ejemplo, y ha impedido que dañen o saqueen comercios. ¿Entonces? ¿Qué pasó el pasado 2 de octubre en CdMx? ¿No será que los que están mal capacitados trabajan más arriba? ¿Se mandó el número adecuado de “elementos” con las instrucciones correctas? ¿O se les ordenó que aguantaran los golpes y les permitieran arrojar bombas molotov para no recibir la etiqueta de represores?
El bloque negro es anarquista y busca violentar cuanta protesta salga a la calle. Es parte de su manual: crear caos, provocar violencia. Quieren destruir el orden establecido y su táctica es propiciar y exacerbar enfrentamientos. Pero existen protocolos para controlarlos sin caer en la brutalidad; solo se requiere que los gobernantes asuman su obligación de proteger a los gobernados, incluyendo a los encargados de la seguridad, con todo y los riesgos para las autoridades que ello conlleva. Weber le llamó ética de la responsabilidad y la distinguió de la ética de la convicción, que es la única que López Obrador y la 4T entienden. No se vale cuidar la integridad moral de la burocracia de arriba a costa de la integridad física de la de abajo. Ojo: la sangre de los policías también mancha las manos.
PD: Suscribir la política exterior de AMLO es emular sus desfiguros. No conforme con haber callado ante el fraude electoral de Maduro, ahora México evita importunarlo felicitando a María Corina Machado por el Nobel. Ni Brasil o Colombia llegaron a tanto, no se diga Chile.