El manual populista de López Obrador prescribe tres acciones para las movilizaciones contra la 4T: descalificación, minimización y contramarcha. Primero se decreta que los únicos inconformes son los titiriteros, luego que muy pocos títeres salieron a la calle y finalmente se hace una concentración oficialista más grande. ¿Por qué es tan importante la propaganda, por qué no confiar en su evidente fuerza electoral? Porque lo que estableció AMLO fue una mitocracia, el poder sustentado en un relato fantástico. Si se cae la narrativa la gente se da cuenta de que, salvo el combate a la pobreza, el ex presidente incumplió todas sus promesas, y de que la corrupción y la violencia siguen ahí. Hay que pregonar una y otra vez que la protesta es artificial y que el pueblo apoya al régimen para sostener la credibilidad, pues de lo contrario la ficción se desdibuja.
El mantra no le ha funcionado a la presidenta Sheinbaum. Al dedicar tanto tiempo a descalificar la manifestación del 15 de noviembre acabó magnificándola en medios internacionales y agraviando a los jóvenes. El ingrediente de la brutalidad policiaca completó el caldo de cultivo. Y es que no hubo una sino varias marchas, y una de ellas fue la de la Generación Z. Es un error de cálculo creer que el hecho de que la oposición se haya montado en ella, como en su momento hacía Morena, significa que no fue al Zócalo ningún muchacho genuinamente movido por la bandera que ha sacudido a muchos países. Si el movimiento estudiantil del 68, sin redes sociales, se dio en varias partes del mundo, ¿por qué no habría de contagiarse hoy el espíritu rebelde de la Gen Z que sacudió a Sri Lanka (2021), Irán (2022-23), Kenia y Bangladesh (2024), Mozambique y Corea del Sur (2024-25), Turquía, Mongolia, Timor, Madagascar y Nepal (2025), y que ha llegado a Perú y Paraguay? Atención: aunque las causas son diversas, el común denominador es el enojo provocado por personajes corruptos y hechos violentos en esos gobiernos.
La corrupción y la complicidad criminal están en las más altas esferas de poder de la 4T. Y en vez de actuar contra esos políticos el oficialismo los arropa -“no están solos”- porque son obradoristas y no se puede contrariar al Señor. No, no está el horno cuatrotero para bollos descalificadores. CSP estigmatiza con menos estridencia -insulta menos pero sigue dividiendo a la sociedad- y la eficacia de esa táctica en el segundo piso está por verse. Por un lado, la mitocracia no opera sin mitócratas, y el mito se fue a La Chingada; por otro, tras un sexenio de abrazos a los cárteles y balazos al erario CSP necesita sumar fuerzas para contrarrestar la criminalidad desbocada y el deterioro económico. Incluso si la juventud mexicana está muy contenta con las becas y la rebeldía de la generación Z no prende aquí, aun si los empresarios invierten pese a las diatribas, un discurso pendenciero y polarizador solo puede potenciar la mezcla de violencia, corrupción y economía estancada.
Supongo que en la 4T piensan que no hay razón para enmendar el manual que tantos votos les dio en 2024. El problema es que creen que solo lo que les conviene es replicable. ¿Por qué asumen que la Gen Z no se puede replicar en México y que CSP, en circunstancias tan distintas, sí puede replicar el populismo de AMLO?